Las parejas con personalidades opuestas son un mcguffin cómico casi tan viejo como el propio género de la comedia, desde los tiempos de Laurel & Hardy o Dean Martin & Jerry Lewis, pasando por Jack Lemmon y Walter Matthau, Michael Caine y Steve Martin, Gene Wilder y Richard Pryor, John C. Reilly y Will Ferrell, Kurt Russell y Sylvester Stallone, etc. Si a eso le añadimos la fórmula de la sátira social adscrita a un escenario tan proclive a la mofa como el esnobismo en el mundo del arte, no hay que estrujarse mucho los sesos para deducir que el debut en solitario de Gastón Duprat -guionizado y producido por su hermano Andrés y Mariano Cohn, su socio y cómplice desde 'Yo, Presidente' (2006)- se salda con un aprobado alto, pero sin acercarse a la excelencia rozada en otras ocasiones, y a pesar de explotar toda la química conjunta extraíble a dos monstruos como Guillermo Francella y Luís Brandoni.
A la hora de valorar ciertas peliculas, les solemos colgar con premeditación, alevosía y reprobable pereza el sambenito de 'sabías a lo que ibas'. Pero es que con Francella y Brandoni dirigidos por Gastón Duprat, Mariano Cohn produciendo, ese brillante running gag que ridiculiza a los payasos de hospital y Raúl Arevalo ejerciendo de adorable grano en el culo, se puede afirmar con total propiedad que, con 'Mi obra maestra' (2018, Gastón Duprat), sabía perfectamente a lo que iba. Y francamente, me alegra no haberme equivocado. Otra buena comedia argentina, pero no de las mejores.