Un momento de una vida puede condicionarla enteramente. Sea por azar, por malas decisiones o por un entorno difícil. Y no solo la de uno mismo, si no la de los que nos rodean. De cómo ver el mundo a partir de ese momento, de cómo cambian las relaciones sociales, familiares, el amor propio, cómo interpretar la vida desde ese instante.

Waves es de esas películas que recorre un momento en la vida de una familia que podría ser la nuestra y de cómo afrontar esas Olas que la naturaleza, por el hecho de ser humanos, de tener potestad de elegir, de equivocarnos, nos encontramos en nuestro camino.

La película es extensa lo que nos hace encontrarnos con uno de esos Tour de Force que nos meten de lleno en una vida ajena. Su uso de la cámara y de la música ayudan en la inmersión, con momentos de autentica belleza poética. Las interpretaciones, sobre todo de la joven y talentosa Taylor Russell conmueven.

Se divide en dos partes diferenciadas, girando (nunca mejor dicho) sobre dos personajes principales y variando desde un tono idílico inicial, pasando por sacudidas de la cruda realidad, hasta llegar a un mensaje optimista sobre el devenir del paso del tiempo y de la superación de traumas.

Lo peor, le falta algo de fondo, es una historia simple y bien contada en cuanto a forma, y con escenas únicas y memorables, pero podría ahondar algo más en los temas universales que intenta abordar.

Lo mejor es que lo que da lo hace a flor de piel y de forma sincera y directa, sin tomar partido, situándonos como meros observadores (y críticos) de una historia que encoje el corazón.

Ciertas partes me recuerdan a American Honey, Moonlight, El Árbol de la Vida, Boyhood, Cruce de Caminos o incluso When They See Us. Muy recomendable, una joyita. De lo mejor de 2019.