Big Eyes es una de esas películas cuyo argumento gusta más leer que ver. Una de esas curiosidades que te puedes encontrar en algún libro y que en el momento suenan impactantes pero que no dan como para llevarlas a un largometraje.

Tim Burton nos regala una película "cupcake" y se aleja de su parte más oscura para apostar por una colorida exhibición de planos que denotan experiencia pero no personalidad. Quizá harto de escuchar que todas las películas de Tim Burton son parecidas -o que tienen un estilo propio- el director optó por demostrar que era capaz de hacer otras cosas -ya probó con algo muy distinto en Big Fish-.

Eché de menos a Tim Burton, ya sea su estética o lo que fuera, aunque sabía que esta película era cosa aparte. En la mencionada Big Fish uno ve muchos destellos del director a pesar de ser una película distinta, pero Big Eyes parece a veces un telefilm bien hecho. Tampoco ayudó la nula conexión entre Amy Adams y Christoph Waltz, actor que me defraudó consideráblemente en esta ocasión.

Aunque tiene cosas interesantes, para mí es un ejercicio bastante flojo por parte de Burton, aunque quizá con el tiempo se vea como algo necesario para completar su filmografía.