Hay que ver para creer, sí. En este caso, sobre todo creer mucho, es de vital importancia que creas tú, que creas mucho porque, lo que es ver, vas a ver poco y mal.
Estupidez de película que nos cuenta una historia de terror, aunque de terror más bien grotesco; de amor, aunque de amor más bien rancio y explotado hasta la saciedad; y de misterio, aunque de aquel que se resuelve sin ningún esfuerzo.

Podría retirar todo esto si se catalogara esta película en una categoría infantil, ahí es cuando las escenas macabras ridículas hasta el aborrecimiento, la narrativa tan endeble, y la tensión casi imperceptible podrían encontrar espacio. Pero para mi sorpresa he visto que está no recomendada para menores de 18, cosa que debería ser al revés para evitar somnolencias entre el gran público.

Hay aspectos pasables, una ambientación bien lograda aunque algo simple y el increíblemente fotogénico Johnny Depp no hace mal trabajo. Hasta ahí.

El resto, una pantomina inncesaria, demasiado explícita para un gusto adulto, pobre en matices, una historia totalmente predecible e insulsa...No se consigue bajo ningún sentido establecer un ápice interés, un poco de miedo o inquietud o una pizca de gracia. Es decir, uno por uno todos los fines de esta película no han causado el más mínimo efecto en mí.

Añadir que el tema de los subtítulos está bastante mal planteado y que se hace pesado de ver al comienzo de la película.

Podría mencionar algunos errores de vergüenza ajena como ciertas interpretaciones de los secundarios pero no merece la pena. Simplemente es una película que no recomendaría a nadie mayor de 14 años.