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Voto de Cinemagavia:
9
Serie de TV. Drama Serie de TV (2005). 1 temporada. 13 episodios. Narra dos historias paralelas: la de José Olaya (Ernesto Alterio), un joven minero asturiano que se ve obligado a emigrar a Argentina en el año 1934 utilizando la documentación y el nombre de su hermano Andrés; y la de su hijo, Ernesto Olaya (Eduardo Blanco), un arquitecto argentino de mediana edad que emigra a España en 2001, también en contra de su voluntad, en busca de una salida a los ... [+]
3 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Si no le diste al play, es un estreno

Vientos de agua es una historia de inmigrantes sin tiempo. Siempre vigente. Con un manejo exquisito de guiones, actuaciones y montaje. Se van a cumplir quince años de su estreno y se conserva tan vigente en efectos visuales, como en cada uno de sus diálogos y argumentos.

Cuenta dos historias de la familia Olaya: la del padre y su hijo. Andrés, español, emigra en 1934 en la época de Franco, a la Argentina. Su hijo, Ernesto, nacido en Argentina, con la crisis del año 2001, emigrará al país de su padre, España.

Desde los títulos iniciales, los colores sepias sobre diarios viejos, fotos de Asturias y de Buenos Aires, con la música de Emilio Kauderer que cala hondo en los huesos de nuestros antepasados y llega hasta a los nuestros… nos atrapa y nos invita a mirar con atención, desde el primer capítulo.

Es una superproducción sin precedentes para una serie entre España y Argentina. Los guionistas, que no tenían intención de aburrirse, yuxtaponen cuatro tiempos: pasado y presente español, pasado y presente argentino.

Los 13 capítulos, están armados en secuencias y montajes de historias paralelas, que volverían locos a cualquier montajista, esperando el material de lo que se filma en España y Argentina… ya que va del presente al pasado, ida y vuelta, con acciones e historias similares (y también movimientos de los personajes, que dan sentido a los planos, uno al lado del otro), en el pasado y en el presente, y en los dos países.

*La música, un capítulo aparte

Vientos de agua tiene una musicalización bellísima, pero hay capítulos como el 8 y el 9, que tienen un valor agregado, la creación de música original, que es uno de los condimentos de la serie.

El mismísimo Campanella, cuenta en los extras de la serie, que para el capítulo 8, como no se logró conseguir los derechos de Carmina Burana (cantata escénica del siglo XX compuesta por Carl Orff en 1936/37), dice: “Queríamos que apareciera y tocaran “Carmina Burana” y no y no hemos intentado ocultarlo, todo lo contrario. Hemos tratado de poner claves muy obvias, para que se sepa de qué obra estábamos hablando«.

El capítulo 8 termina con un gran montaje visual y sonoro, de casi diez minutos, contando tres líneas argumentales en presente y pasado. Con esa música enorme… que nos remite, y sin ocultarlo a Carmina Burana. Una de las mejores secuencias de la serie.

El personaje de Sofía, la mujer de Andrés, es pianista y directora de orquesta. En el capítulo 8, ella dirige en el escenario a los músicos que dan vida a esa gran secuencia de diez minutos.

En el capítulo 9, la música vuelve a ser protagonista de la historia y se adueña del espacio sonoro de la serie, tiñéndola de frenéticos tangos y orquestas típicas porteñas de tango. Otra vez, Sofía entra en escena, ya que ella es la que revoluciona todo el capítulo no solo porque es una mujer tocando tangos en el piano, sino porque lo hace vestida de hombre para que la acepten en la orquesta. Recordemos que estamos en la década de 1940.

*Resignificando la serie

Hoy, en tiempos de cuarentena, mientras escribo, millones de personas están en sus casas sin poder salir, alrededor del mundo.

En la serie, nuestros personajes españoles y argentinos, salen de sus casas y se unen a una gran familia de nacionalidades: españoles, italianos, polacos, dominicanos, colombianos y argentinos. Todos unidos por el deseo de un futuro mejor, mucho mejor.

Hoy los que somos y no somos inmigrantes, alrededor del planeta tierra, sencillamente esperamos un futuro mejor, mucho mejor… y buscamos lo mismo: “solidaridad” sin importar nacionalidades, sexos o profesiones.

Los jóvenes personajes de Vientos de agua, cuentan con más tiempo para desarrollar y crear vínculos, son más empaticos al dolor y a compartir momentos, reales.

En la serie se muestra y de la mejor forma (a través de la comedia extrema y el drama extremo) la era de las comunicaciones, las lamentables diferencias y deficiencias. Familias y amores que no se ven nunca más por cartas perdidas… y videollamadas interminables, sin contenido aparente.

Hoy, en el año 2020, nos encontramos todos siendo inmigrantes, no importa en qué parte del globo te encuentres, todos necesitamos la misma solidaridad, la misma unión y un futuro que se construye minuto a minuto (a pesar de los tremendos conflictos) porque la soledad, que sufrimos los seres humanos, sin importar el año que esté escrito el calendario que tienes colgado en la pared, solo se puede sobrellevar si está el otro, porque si no está el otro, no hay nada.

El párrafo anterior, aunque está fechado con nuestro año 2020, es perfectamente una descripción de lo que le sucede a nuestros personajes.

*Conclusión

Como dice el gran Campanella: “Cuando tenés un gran equipo realizativo y grandes actores, como director, solo te toca decir: sí me gusta, no me gusta.”

Dirigen los capítulos el mismísimo Juan José Campanella, Bruno Stagnaro y Sebastián Pivotto. Con supervisión de la enorme Aída Bortnik, en los guiones.

Vientos de agua es una serie para estar atentos, para enamorarse de los personajes principales y secundarios (que son muchísimos y no sobra, ni uno) para entender más esa historia que quizás nos contaron nuestros abuelos y abuelas… pero en movimiento y en color.

Seguramente, como le pasa a la persona que está escribiendo, una vez que finalices de ver la serie, tengáis que volver a poner un capitulo, porque alguna escena… alguna canción o algunas de las majestuosas secuencias, nos vienen a la memoria y queremos volver a disfrutarla.

Sin golpes bajos, con mucha emoción, con un diseño de montaje para entreabrir la boca y con grandísimas actuaciones que solo el cine y las series, nos saben regalar. No vas a ver una serie de trece capítulos, vas a ver trece películas. Vivan las coproducciones.

Escrito por Sabrina Odoguardio
Cinemagavia
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