Media votos
7.7
Votos
1,410
Críticas
273
Listas
61
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de davilochi:
9
6.3
106
Drama. Comedia
El programa radiofónico Caras & Ritmos de 1967 sale a la calle para preguntar a la mujer griega cómo es su hombre ideal. A partir de la descripción, los reporteros buscarán al hombre que encarne ese ideal, que será premiado con una cita a solas con una famosa actriz. Primer film de Theo Angelopoulos, que obtuvo el Premio de la Crítica en el Festival de Salónica de 1968. (FILMAFFINITY)
18 de julio de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos en el año 68, un momento singular en la historia del continente europeo por muchos motivos. Pocas veces un momento concreto en el tiempo se convierte en algo tan definitorio como lo fue éste, el cambio en las mentalidades y en el modo de entender el arte se puede observar a la perfección en el cine que surgió al calor de los acontecimientos de ese año: Makavejev con su "Misterios del organismo", Kubrick y su "Naranja mecánica", Makk en su "Amor", Kachyna en "The Ear", Pintilie y su controvertida "Reconstituirea", Bertolucci con "El último tango en París"... Precisamente, Theo Angelopoulos, un joven que había empezado a interesarse por el cine a finales de los años 50 volvió a Atenas en el año 64, tras haber pasado los cuatro años anteriores en la capital francesa impregnándose del mejor cine de la época y de los pensamientos y teorías que iban a marcar los años que estaban por venir -al tiempo que trabajaba a destajo para poder costearse su estancia allí. Y la vuelta no fue fácil, porque en Atenas se encontró con que sus ideales políticos -muy próximos al comunismo- chocaban de bruces con las ideas que se defendían desde el gobierno, algo que empeoraría con la Dictadura de los Coroneles (1967). Con este bagaje y en medio de este clima político se forjó el primer trabajo de Angelopoulos tras otros intentos frustrados, él mismo reconoce que tras su estancia en París "es imposible imaginar mi vida sin la presencia del cine, y eso quiere decir entender el cine no como una ocupación o como un trabajo, no, quiere decir entender el cine como una forma de vida". Daba comienzo lo que iba a ser una leyenda del cine del último tercio del siglo XX.
"El programa" es un mediometraje que surgió como parte de un proyecto para crear una película a base de tres piezas de tamaño medio, plan cuya realización recayó en el propio Angelopulos, Voulgaris y Katakousinos. Finalmente sólo la obra del primero de ellos quedó como prueba de aquel proyecto frustrado, pero fue suficiente como para darlo a conocer en el Festival de Salónica, donde obtuvo un premio de la crítica y los contactos necesarios para poder dar a luz el que sería su primer largometraje: "Anaparastasi", que vería la luz dos años después. Hasta tal punto es decisivo este pequeño mediometraje que puede considerarse como la primera piedra de toda la carrera del director griego, sin la cual todo el edificio amenazaría con venirse abajo, no tanto en lo referido a la creación de ese estilo personal que tanto lo caracteriza como por la posibilidad de contar con los medios y el apoyo para desarrollar su carrera cinematográfica.
Y aún con todo, esta primera obra de Angelopoulos ya pone de manifiesto el talante crítico y la agudeza que caracterizan al director griego a la hora de captar los problemas sociales y políticos, tanto presentes como pasados.
"El programa" es un mediometraje que surgió como parte de un proyecto para crear una película a base de tres piezas de tamaño medio, plan cuya realización recayó en el propio Angelopulos, Voulgaris y Katakousinos. Finalmente sólo la obra del primero de ellos quedó como prueba de aquel proyecto frustrado, pero fue suficiente como para darlo a conocer en el Festival de Salónica, donde obtuvo un premio de la crítica y los contactos necesarios para poder dar a luz el que sería su primer largometraje: "Anaparastasi", que vería la luz dos años después. Hasta tal punto es decisivo este pequeño mediometraje que puede considerarse como la primera piedra de toda la carrera del director griego, sin la cual todo el edificio amenazaría con venirse abajo, no tanto en lo referido a la creación de ese estilo personal que tanto lo caracteriza como por la posibilidad de contar con los medios y el apoyo para desarrollar su carrera cinematográfica.
Y aún con todo, esta primera obra de Angelopoulos ya pone de manifiesto el talante crítico y la agudeza que caracterizan al director griego a la hora de captar los problemas sociales y políticos, tanto presentes como pasados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En este caso se centra en un programa radiofónico que realizaba encuestas a pie de calle tratando de recabar la opinión de las mujeres que pasaban por la plaza Sintagma de Atenas -hoy conocida por ser el escenario principal del grave conflicto socio-político en que se encuentra sumida Grecia debido a la crisis económica- en torno a cuál sería el hombre ideal. Como reconoce el propio Angelopoulos este tipo de actividades radiofónicas eran muy comunes por aquel entonces, de modo que éste se trataba a reflejar una realidad muy propia de la época con la que sus espectadores podían sentirse familiarizados rápidamente. Algo aparentemente trivial es utilizado por Angelopoulos para mostrar la enorme mentira a la que están sometidos los seres humanos bajo el imperio de los medios de comunicación que, ya en aquel entonces, pretendían demostrar que todos nuestros sueños individuales podían hacerse realidad. Nada más lejos de la realidad: esa posibilidad era tanto o más utópica que la de encontrar al supuesto hombre ideal.
Lo que hace el ateniense es mostrarnos la otra cara de la realidad, lo que hay detrás de las sonrisas, las palabras y las imágenes que podemos ver o escuchar en revistas, radio y televisión. Una vez elegido el hombre ideal, un funcionario soltero que comparte vivienda con una familia, su premio es disfrutar de una velada con una bella estrella griega del momento. A pesar de que éste, ilusionado, se pondrá sus mejores galas ni tan siquiera llegará a conocer a la diva, quien lo recibirá con su gélida presencia silenciosa y soberbia. Por el contrario se verá obligado a actuar para las cámaras de fotos, posando, mostrándose como el hombre ideal que es y a expresar su entusiasmo por el encuentro con la diva a través de las ondas con un discurso preparado por los guionistas. Nada es real, ni rastro de humanidad. Sin embargo es el crimen perfecto, porque no séra él quien quede como un estúpido ante sus amigos y compañeros de trabajo diciendo que fue hasta los estudios de radio para nada, sino que aprovechará para echarse cuantos más faroles mejor, de modo que la mentira ya está en marcha y millones de personas podrán seguir creyendo que sus sueños pueden hacerse realidad.
Lo que hace el ateniense es mostrarnos la otra cara de la realidad, lo que hay detrás de las sonrisas, las palabras y las imágenes que podemos ver o escuchar en revistas, radio y televisión. Una vez elegido el hombre ideal, un funcionario soltero que comparte vivienda con una familia, su premio es disfrutar de una velada con una bella estrella griega del momento. A pesar de que éste, ilusionado, se pondrá sus mejores galas ni tan siquiera llegará a conocer a la diva, quien lo recibirá con su gélida presencia silenciosa y soberbia. Por el contrario se verá obligado a actuar para las cámaras de fotos, posando, mostrándose como el hombre ideal que es y a expresar su entusiasmo por el encuentro con la diva a través de las ondas con un discurso preparado por los guionistas. Nada es real, ni rastro de humanidad. Sin embargo es el crimen perfecto, porque no séra él quien quede como un estúpido ante sus amigos y compañeros de trabajo diciendo que fue hasta los estudios de radio para nada, sino que aprovechará para echarse cuantos más faroles mejor, de modo que la mentira ya está en marcha y millones de personas podrán seguir creyendo que sus sueños pueden hacerse realidad.