Nuevamente vuelve al ruedo Polanski con este film ambientado en 1890 en la convulsionada Francia, detalla minuciosamente como un oficial judío es acusado de pasar secretos militares a Alemania, enjuiciado, degradado y enviado a las Isla del Diablo. Pero la cuestión cambia cuando un coronel encargado de la investigación original descubre que todavía se siguen enviando mensajes dándose cuenta el error de la acusación original. A partir de allí seremos testigos del derrotero de este militar para tratar de probar la inocencia, pero sobre todo la negatividad de sus superiores ante la evidencia comprobada de reabrir el caso. Conjuntamente observaremos el racismo imperante, los códigos militares infranqueables y la irracionalidad generalizada. Así enfrentándose a todos en casi una causa perdida, este coronel, que ni siquiera tiene empatia con el acusado, solo motivará su decisión la firme idea de hacer lo correcto y justicia ante un hecho que merece su redención. Por supuesto todo esto no se lograría sin las excelentes interpretaciones de los principales actores entre los que se destaca sobradamente Jean Dujardin como el coronel que ama el ejercito pero que es capaz de arriesgar lo único que quiere por hacer justicia. Merece verse.