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España España · Terrassa
Voto de waldeker:
9
Drama. Musical Berlín, años 30. El partido nazi domina una ciudad donde el amor, el baile y la música se mezclan en la animada vida nocturna del Kit Kat Club. Un refugio mágico donde la joven Sally Bowles y un divertido maestro de ceremonias hacen olvidar las tristezas de la vida. (FILMAFFINITY)
14 de febrero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay quien tiene el corazón partido porque en los Oscars de 1972 el de actor secundario fue a parar a Joel Grey, el gran maestro de ceremonias de Cabaret, en detrimento de Al Pacino, el Michael Corleone de "El padrino". Yo, en cambio, siempre pienso, cada vez que veo "El padrino" que Bob Fosse le robó el suyo a Coppola. En cambio, cada vez que veo esta obra, generalmente, me gusta repasar sus soberbios números musicales de vez en cuando, pienso que fue de justicia que se lo llevara él, y más cuando a Coppola le llegó su recompensa con la mejor secuela de la historia del cine.

Cabaret es una historia al que el paso de los años la ha perjudicado, no porque la haya hecho empeorar, sino porque algunos aspectos de su temática eran muy osados en su momento. La homosexualidad, la promiscuidad, el aborto, eran temas casi tabús, sobretodo en paises como España, donde Cabaret fue un auténtico boom. Pero en el aspecto técnico la película sigue siendo un auténtico lujo para los ojos.

La realización de Bob Fosse es digna de estudio. Como gran coreógrafo tiene la capacidad de hacer una realización filmica muy fragmentada en el que la coreografía queda intacta. Aunque no dudo que Baz Luhrmann la habrá visto millones de veces parece no haber entendido la lección.
Fosse tiene la capacidad de poner la cámara en el lugar preciso en el momento adecuado con la duración necesaria. Su montaje es milimétrico. Los movimientos de cámara nunca gratuitos. Sus juegos con los primeros términos sutiles. Su primeros planos de rostros dignos de Bergman.

Todos los números de Cabaret son antológicos al igual que la única canción fuera del cabaret "El mañana me pertenece", yo la veo como la antítesis de el "yo soy Espartaco", pone los pelos de punta. pero de miedo.
waldeker
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