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España España · Sevilla
Voto de Muzzle:
8
Thriller. Drama. Comedia Tras el fracaso de una operación, dos asesinos a sueldo, Ray (Colin Farrell) y Ken (Brendan Gleeson), reciben la orden de su jefe Harry (Ralph Fiennes) de abandonar temporalmente Londres y trasladarse durante algún tiempo hasta que se calmen las cosas a la ciudad de Brujas, en Bélgica. (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2008
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre las decenas de estrenos orientados exclusivamente a arrasar las taquillas a base de efectos especiales (sin ir más lejos, Hancock), a veces surgen pequeñas películas con espíritu de cine grande que apenas duran unas semanas en cartel. Me temo que ése será el destino de esta Escondidos en Brujas, el debut en la dirección de Martin McDonagh. Y hay que reconocer que sería un destino injusto para esta notable película que cuenta las desventuras de un par de asesinos a sueldo que deben esconderse en Brujas tras un “trabajo” que no salió todo lo bien que debería.

Con esa premisa vemos a dos hombres opuestos, que cargan con la conciencia intranquila de saber que han hecho algunas cosas mal en la vida. Uno, veterano ya en las lides, sabe que es el camino que ha escogido y lo asume (gran Brendan Glesson), el otro, joven e inexperto quiere vivir demasiado deprisa y no puede soportar la presión por lo que ha hecho mal (Colin Farrell, en uno de los mejores papeles que le he visto).

El autor parece querer mostrar el contraste entre la belleza de la ciudad y el sucio interior de los personajes que habitan en ella, todos cortados por el mismo patrón: la culpa y el patetismo. Del mismo modo en el que Brujas pasa de ser “una ciudad de cuento”, al infierno del castigo. De una idea que apenas tenía espacio para la sorpresa, surgen un sinfín de situaciones, algunas surrealistas (en general las conversaciones entre los personajes, propias de un guión “tarantiniano”, o ese enano racista que participa en una película que se está rodando en la ciudad), otras oscuras y hasta sórdidas. No es, por tanto, un thriller al uso, sino una mezcla de géneros que podría haber acabado en nada, y consigue conectar al espectador con el sufrimiento de ambos protagonista y al mismo tiempo divertirlo con el humor negro que impregna la cinta (sobre todo en las situaciones y diálogos de Colin Farrell).

Es justo reconocer que la película entra en su momento cumbre con la aparición de Ralph Fiennes, otra vez con un papel de villano pero que en esta ocasión salpica con un humor negro y ácido y un extraño sentimiento de lo moral. Como también hay que ver los defectos de la misma, básicamente centrados en lo poco que se desarrollan los secundarios o lo forzado y poco creíble de la historia de amor.

La moral, la culpa y el castigo merecido centran una película muy bien escrita, bien interpretada y bien dirigida por un debutante al que habrá que seguirle la pista a partir de ahora. Quizás uno de los pocos estrenos con “enjundia” que sufriremos en otro verano de cine palomitero.
Muzzle
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