Y tres, y las que hagan falta. Un buen ejemplo de ello es Robert Zemeckis, un director que se ha empeñado en seguir con sus películas de animación a pesar de perder dinero una y otra vez. “El Expreso Polar” es la mejor de ellas, y sin embargo su batacazo en taquilla era esperado, hacer cine navideño para niños es como querer patinar sobre hielo en Badajoz. Ya no hay niños, ahora son otra cosa, pequeños consumidores de productos violentos y si no hay una buena dosis de tiros, sangre o flipados de turno no esperes recuperar el dinero invertido.

De todas formas tampoco la película lo merece, sus mejores escenas son precisamente las más cercanas a los videojuegos y en cuanto el ritmo frenético decae nos encontramos con una historia que se inserta en la Navidad laica anglosajona, sustituyendo lo religioso por lo espiritual y moral, sin saber muy bien a donde quiere llegar.

Pero valorando la cierta originalidad de la idea, el atractivo acabado de los dibujos y la presencia de esa magnífica locomotora en busca de latitudes boreales, podemos calificarla sin problemas como interesante. Pero de verdad Zemeckis, creo que podrías sacar más partido de Tom Hanks haciendo otro tipo de películas y no convirtiéndolo en un interventor ferroviario.