El cine de José Luis Garci podrá ser disfrutado por todas las generaciones venideras, y esta película es buena muestra de ello porque creo que ha alcanzado la categoría de clásico; sin embargo, poder ir conociendo poco a poco a la persona que se esconde detrás del director sólo es privilegio de los que somos sus contemporáneos y lo seguimos en los medios.

Y es que ver El Crack es ver a José Luis Garci. La Gran Vía, el boxeo, Nueva York. La ternura, el afán de justicia, la lealtad. Sólo le falta su Atleti. Es, además, el madrileño un tipo abierto, que cree en el individuo y lo demuestra cambiando radicalmente el registro a un Landa hasta la fecha desconocido, arriesgándose y ganando.

Es difícil con un arranque tan memorable como el de esta película, que después no decaiga en algún momento. Pues no lo hace. El director hace gala de su estilo pausado, se detiene en los paisajes urbanos y en secundarios como el barbero y sus historietas, y a la vez teje una trama al más puro estilo del cine negro americano de los 40. No hay concesiones, del lado sensible del detective pasaremos a quedarnos petrificados en el asiento. Un verdadero genio.

Seguramente, una de las mejores películas españolas de cine negro.