Empezaré comentando lo que le falta, que es justo lo que le sobra a la inmensa mayoría de las películas que vemos actualmente, algo de superficialidad, algún recurso cinematográfico que le añada más emoción y suspense, un soplo de aire fresco que oxigene una historia tan compleja como profunda, pero demasiado austera.

Por lo demás casi todo en ella es excelente, desde su ambientación hasta las interpretaciones de sus 4 actores principales (matices en spoilers) especialmente la de Gilles Lellooche, que despliega una gran gama de emociones, aunque al personaje interpretado por Daniel Auteil le falta textura.

Una película que refleja magistralmente las transformaciones que sufrimos cuando cambian drásticamente nuestras circunstancias, especialmente durante una guerra, que explica muy bien el famoso dicho de que saca lo mejor y lo peor de nosotros sin que sepamos a priori de que pasta estamos hechos.

Compone, con una sinfonía cargada de matices, los cambios que va experimentando ese matrimonio que protagoniza la historia, glosando los resortes psicológicos y las coartadas morales que nos ayudan a hacer lo que realmente queremos. Y también las reacciones que podemos tener sin sospecharlo.


En definitiva, una historia emotiva, interesante, bien contada, universal y actual al mismo tiempo.


Por último, también supone una muesca más en la sutil autocrítica que el cine francés viene haciendo sobre ciertos comportamientos no demasiado ejemplares que los franceses tuvieron durante la ocupación que sufrieron por los nazis durante la segunda guerra mundial.