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Voto de el pastor de la polvorosa:
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Drama
Baltasar es un burro que vive sus primeros años rodeado de la alegría y los juegos de los niños hasta llegar a la edad adulta, en que es utilizado como una bestia de carga y maltratado por sus diferentes amos. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2018
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me extraña que, hasta donde he leído, nadie haya relacionado a Bresson con Avedon: ambos comparten la creencia en que la expresión neutra, que solo se obtiene mediante la relajación asociada al cansancio del modelo, es el camino más seguro para revelar el alma; hay que descargar el cine y la fotografía, medios de reproducción mecánica, de toda pose, de toda significación predeterminada, para que el espectador pueda experimentar la indeterminación de lo real, que nunca viene masticado y digerido, resumido en etiquetas fáciles, en interpretaciones evidentes. Por el contrario, y sin tratar de hacer aquí una cita de Lacan, lo real es a menudo incomprensible –y aún así estamos obligados a intentar comprenderlo.
Pierre Klossowski escribió: “Los dioses han enseñado a los hombres a contemplarse a sí mismos en el espectáculo como los dioses se contemplan a sí mismos en la imaginación de los hombres”. El espejo de Bresson no nos proporciona una imagen muy favorecedera del género humano. El contenido de sus películas incomoda a algunos comentaristas, que tratan de ponerlo entre paréntesis para centrarse en los aspectos formales. La obra de Bresson bebe de Dostoievski, uno de los grandes críticos de la modernidad, pero también de esa estirpe, hoy pasada de moda, de los novelistas católicos franceses (Mauriac, que ganó el premio Nobel en los años 50, Bernanos, Green…). En todo caso, el contenido de sus películas es inseparable de su forma; como Rossellini, Bresson utiliza su estilo radical para acercarse a comportamientos humanos radicales, extremos.
Pierre Klossowski escribió: “Los dioses han enseñado a los hombres a contemplarse a sí mismos en el espectáculo como los dioses se contemplan a sí mismos en la imaginación de los hombres”. El espejo de Bresson no nos proporciona una imagen muy favorecedera del género humano. El contenido de sus películas incomoda a algunos comentaristas, que tratan de ponerlo entre paréntesis para centrarse en los aspectos formales. La obra de Bresson bebe de Dostoievski, uno de los grandes críticos de la modernidad, pero también de esa estirpe, hoy pasada de moda, de los novelistas católicos franceses (Mauriac, que ganó el premio Nobel en los años 50, Bernanos, Green…). En todo caso, el contenido de sus películas es inseparable de su forma; como Rossellini, Bresson utiliza su estilo radical para acercarse a comportamientos humanos radicales, extremos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Para alguien como Marie, que tiene un padre paranoico, la obediencia no es un camino posible; Marie quiere convertirse en lo contrario de lo que es, con su cara de niña buena, y por eso se une a Gérard (un Heathcliff sin ningún aura romántica), y luego culmina su proceso de maduración, una suerte de protesta muda y quizá inconsciente contra su padre, entregándose al viejo molinero al que encarna Pierre Klossowski (que tiene a Balthazar dando vueltas en una noria). En dos ocasiones Marie echa a andar de espaldas, alejándose de la cámara, y se detiene de pronto, vacilando sobre un talón: cuando escapa de Gérard en la escena del coche y vuelve atraída por su llamada muda, y poco después cuando va a buscarlo pero su padre la ordena que vuelva a entrar en casa.
La inocencia solo pertenece a los niños y a los animales; convertirse en adulto es perder la inocencia, y solo existen dos maneras de hacerlo: siendo conscientes de la maldad que anida en nuestro interior, o bien ignorándola. "Au hasard Balthazar" no es una película agradable de ver: sugiere que para ser feliz hay que ser un poco estúpido, como Jacques, con su rostro de niño bueno, como la mayor parte de las películas felices.
La inocencia solo pertenece a los niños y a los animales; convertirse en adulto es perder la inocencia, y solo existen dos maneras de hacerlo: siendo conscientes de la maldad que anida en nuestro interior, o bien ignorándola. "Au hasard Balthazar" no es una película agradable de ver: sugiere que para ser feliz hay que ser un poco estúpido, como Jacques, con su rostro de niño bueno, como la mayor parte de las películas felices.