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España España · malaga
Voto de alcaide:
7
Drama Ambientada en una isla remota frente a la costa oeste de Irlanda en 1923, narra la historia de dos amigos de toda la vida, Pádraic y Colm, quienes se encuentran en un callejón sin salida cuando Colm pone fin a su amistad de un modo abrupto. Un Pádraic atónito, con la única comprensión de su hermana Siobhán y del simple Dominic, se esfuerza por reconstruir la relación, negándose a aceptar las negativas de su amigo de siempre. Cuando Colm ... [+]
3 de febrero de 2023
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apenas cuatro títulos le han bastado al británico Martin McDonagh, para posicionarse como uno de los valores más fiables de los últimos tiempos, gracias en parte a su enorme habilidad como guionista, y a que su anterior trabajo, la premiada 'Tres anuncios en las afueras' (2017), le permitió internacionalizar su particular estilo, constituyéndose como una de las películas recientes más celebradas por la comunidad cinéfila.

No obstante, fue su ópera prima, 'Escondidos en Brujas' (2008), una de las cintas de culto más referidas de este nuevo milenio, la que conecta de una forma más concreta con la cinta que nos ocupa, ya que no por casualidad, sus dos protagonistas comparten de nuevo escena y complicidad con el realizador, pese a que ambas historias no puedan estar más alejadas en forma y tiempo, aunque no tanto en carácter y enfoque.

Ambientada a principios del Siglo pasado, en una pequeña isla irlandesa, que da nombre al título del film, estas almas en pena se presenta como un drama íntimo sobre la amistad, o mejor dicho sobre el desencuentro, planteando el distanciamiento entre dos amigos, provocado por el más veterano, cuya determinación puede acabar por provocar consecuencias inesperadas.

Son los matices, del excelente guión original de McDonagh, tales como la Guerra Civil Irlandesa, la cual suena como un eco ahogado de fondo, los que ayudan entender los diferentes matices en los personajes, entre perfiles principalmente ahogados por la soledad de una isla, que no ofrece mucho más que alcohol y rutina rural, y cuyo acontecimiento excepcional, puede alterar el ritmo de un universo expuesto a una enorme fragilidad emocional.

Un trabajo posicionado como un asunto Irlandés, donde el costumbrismo aparente, centrado principalmente en el único pub de la Isla, y su fauna de variopintos parroquianos, deja aflorar la música o la literatura, como válvulas de escape de los personajes que tienen algo más que decir, los inconformistas a esa mencionada rutina, mientras el amor queda hábilmente relegado a un tipo de amistad o conveniencia, incluso como algo despreciado cuando se muestra de manera mas gráfica, lo cual eleva el tono dramático del film, dándole esa extraña capacidad de perdurar en la memoria, gracias a su exposición sincera y comprensible de la propia naturaleza humana.

En el centro del escenario, un inmenso Brendan Gleeson da la replica a un cada vez más convincente Colin Farrel, ambos en un nivel de implicación extraordinario con el realizador, que añade al póker ganador, la presencia de esa promesa hecha realidad que es Barry Keoghan, brillante en su rol de supuesto tonto del pueblo, y una Kerry Condon soberbia, que expresa, con enorme convicción y naturalidad, su superior erudición en un universo dominado por hombres, lo cual sirve para sacar a flote en más de una ocasión, las miserias de los habitantes de la isla.

Destacan en los apartados técnicos, la siempre deseada partitura del maestro Carter Burwell, perfecto para aderezar ese minimalismo solo aparente del que hace gala el film, cuya puesta en escena calculada al detalle, consigue capturar los hermosos paisajes costeros del entorno, sin alterar nunca el ritmo de la historia, ni perderse en aburridos excesos más propios de las típicas guías de viaje.

Finalmente, la compleja sencillez con la que Martin McDonagh ha construido 'Almas en pena de Inisherin', con temas tan universales como la amistad o la soledad, conecta con ese celebrado tono clásico con el que se suelen evocar los grandes relatos, confirmando definitivamente su enorme capacidad creativa, que apuesta siempre por un guión ganador como base, dejando que el resto de los factores que forman la producción, se adhieran de manera acompasada, algo que se debería exigir, casi como un factor irrenunciable, a cualquier cineasta que pretenda de algún modo resultar mínimamente relevante.


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alcaide
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