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España España · malaga
Voto de alcaide:
6
Drama. Comedia. Intriga Estado de Nueva York, años setenta. Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador, y su inteligente y seductora compañera Sydney Prosser (Amy Adams) se ven obligados a trabajar para un tempestuoso agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper), que sin querer los arrastra al peligroso mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey. (FILMAFFINITY)
1 de febrero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces la formula del éxito reside en volver a reunir un reparto conocido, con el que ya se hayan obtenido buenos resultados en el pasado, y cuya entrega y vocación acaben por hacer gran parte del trabajo en la consecución de los objetivos finales.

David O. Russell cuenta con el crédito suficiente para montar su propia versión en el universo de los estafadores, ese subgénero del cine negro que contiene sobradas obras maestras tales como "El Golpe" (1973), de la que resulta vagamente deudora. Como en aquella, el concurso de dos actores de moda como Christian Bale, - estupendo y casi irreconocible - y Bradley Cooper, se hace casi obligatorio.

De ese reparto, verdadera fuente de atracción del film, brilla con luz propia la parte femenina, cuyo peso recae en Amy Adams, una actriz con un encanto sobrenatural y un estilo de actuación impecable, y en la chica del momento, Jennifer Lawrence, que se muestra divertida y convincente a partes iguales.

La ambientación de esta gran estafa, situada a finales de los 70, es otro de los puntos fuertes de la cinta, si bien, es justamente uno de los factores que expresan una preocupante artificialidad de los medios empleados, un fantasma que ya planeaba sobre su anterior trabajo, "El lado bueno de las cosas", y que deja bastante claro que aquí hay un director aún en la búsqueda de una identidad, con potencial sobrado, pero algo perdido en su particular singladura.

A partir de un guión propio, que firma el propio O. Russell, tanto el estilo narrativo como el visual son excesivamente similares al cine de Martin Scorsese, sobre todo a una de sus grandes obras, "Uno de los nuestros", de la que a veces bebe de manera algo descarada. Una forma de rodar llena de energía, que en el caso que nos ocupa, funciona a esporádicos espasmos de pretendida grandeza, y que evocan a otro experimento similar, realizado en 1997, con mejores resultados, por el maestro Paul Thomas Anderson, en la excelente "Boogie Nights".

Disfrazar de homenaje un estilo ganador es algo totalmente lícito, pero ese sobre esfuerzo por agradar y sorprender, sin buscar vías propias, acaban por crear una cierta desconexión con el respetable, que a veces asiste a sus imágenes de forma ausente, principal defecto de una estafa con mimbres suficientes para haber resultado memorable, pero que por desgracia, se queda a medio camino en sus intenciones.



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alcaide
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