Haz click aquí para copiar la URL
España España · valladolid
Voto de fleury:
10
Thriller. Drama. Intriga Basada en hechos reales. Tras el asesinato de varios atletas israelíes por el grupo terrorista palestino "Septiembre Negro" durante los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, un agente especial del Mossad tuvo que ejecutar una misión altamente secreta: asesinar a los responsables. (FILMAFFINITY)
10 de julio de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una reflexión a consecuencia de la película MUNICH.
Antecedentes:
Seis millones de judíos cayeron bajo el régimen nazi, que casi dominó Europa. Tras ese exterminio, muchas fueron las voces que tacharon a los judíos de pusilánimes, acusándoles de no haber obrado con valor, rebelándose y planteando una lucha en vez ir, cuall animales al matadero, sumisos, derrotados.
Los países que ganaron la 2ª Guerra Mundial, contrajeron una deuda de honor con los supervivientes: restituirles de alguna forma, ideando para ellos un estado propios, un país. Tenían derecho. Se les debía.
Para cederles la tierra prometida, de la que habían sido echados tras siglos y siglos de peleas contra pueblos circundantes, debían hacer hueco en ese secarral incinerado que sería entregado a los judíos, desplazando y echando a sus actuales moradores, un pueblo nómada de pastores: los palestinos, Y hasta hoy.
Ese enfrentamiento por la tierra, ese ubicar a los judíos donde merecían estar con el apoyo de las grandes potencias, Inglaterra, EEUU, convirtió a los palestinos, más pobres, menos hábiles, en los perdedores, sin derechos.
Para resarcir a unos, era obligado perjudicar a otros, a los que ni siquiera se les consultó. La tierra era mucha y estéril y qué más daba, si esa tierra no era un país ni era de nadie, entregársela a unos miles de judíos. Pero allí vivían personas, pobres pero personas que criaban a sus hijos y a sus cabras bajo la sombra de aquellos olivos.
Y hasta hoy.
Los judíos, con conciencia de raza y de pueblo abochornado por su pasado reciente, hicieron urgentemente, dos cosas. Una: armarse hasta los dientes para que núnca jamás un hitler cualquiera viniera a combatirles y dos: convertir ese pedregal en un vergel, a base de utilizar el agua y los recursos de forma magistral.
Mientras, sus vecinos pobres y ultrajados, expulsados de la otrora su tierra, veían como los israelitas, eran objeto de todos las ayudas y reconocimientos, mientras ellos no cultivan nada, no extendían los regadíos ni los invernaderos, no levantaban carreteras ni puentes y se estancaban en una lucha baldía de exigir la devolución de sus territorios y en el inmovilismo más absoluto. Y hasta hoy.
En el mismo territorio, unos tienen un país próspero a base del esfuerzo colectivo - los kibutz- y de sus grandes dotes para hacer prosperar ideas y negocios, y los otros se apartan las moscas y dejan que las cabras y sus pocas ovejas les den alimento sin preocuparse demasiado del progreso ni del futuro. Hasta que la tierra no vuelva a ellos, no harán otra cosa que lamentarse y combatir a Israel con toda su alma. Hasta hoy.
¿Quién, después de haber perdido a seis millones de compatriotas no se comportaría como lo hacen los judíos de Israel? Si yo fuera judía y hubiera visto a mi familia perecer bajo el yugo nazi ¿no sería una furibunda defensora del estado de Israel, al que creería tener derecho, por tanto sufrimiento y tanta pérdida de vidas?
Y si mis antepasados palestinos, con su túnica y sus rebaños, no hubieran vivido a la sombras de olivos centenarios en aquella tierra asolada de la que han sido desplazados ¿no sería yo una defensora a ultranza de las reivindicaciones palestinas, y de intentar por todos los medios, incluidos los violentos, que mi voz resonara en todo el mundo para avivar las conciencias?
A esta reflexión invita la película , magistral en su forma, contenido, montaje e interpretación que pasaron hace dos noches por la tele después del western Apaloosa. La película es Munich de Steven Spielberg. Un peliculón, si señor.
Eric Bana está, para mí en el mejor papel de su carrera, con infinidad de matices, con todo el protagonismo a cuestas. Pero los demás, están soberbios también. (Es que a mí me gusta mucho Eric Bana, como actor y como todo).
Munich fue un estropicio de las fuerzas de seguridad alemanas que se convirtió en la masacre que no debió ser, palestinos secuestrando a atletas israelitas en sus dormitorios de la villa olímpica. Esa afrenta, esa matanza, Israel ¿debía vengarla? ¿Debían dejar otra vez que el mundo pensara que eran pasivos, que como estado no habían defendido a su gente, a sus mejores hombres, a todo lo que ellos simbolizaban? La población clamaba por ello y Golda Meir, su primera ministra hizo lo que "tenía que hacer" No por ella, si no, por su pueblo. ¿Se equivocaron? Probablemente. ¿No habían sufrido ya bastante el pueblo judío? Pues eso yo no lo sé. No sé si un estado, país o nación tiene legítimo derecho a la venganza, pero Israel lo hizo.... Y la Historia nunca puede retroceder. Lo hecho, hecho está. Y hasta hoy.
fleury
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow