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Voto de Vagabundoespiritual:
6
Thriller. Ciencia ficción El empleado de una clínica que se dedica a replicar enfermedades de famosos para el consumo público, se obsesiona tanto con una celebridad que se inyecta su enfermedad. Pero, después, tendrá que encontrar una cura antes de que el tiempo se agote. (FILMAFFINITY)
8 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antiviral, el debut cinematográfico de Brandon Cronenberg, hijo del genial David, es muy interesante y prometedor. Esta cinta es lo suficientemente bizarra y enfermiza (recuerda enormemente a títulos como Videodrome o Inseparables) para gustar a los amantes del mejor cine del padre de la criatura, aunque es demasiado confusa y difusa para que alcance una calificación más allá de la de sorpresa agradable. A pesar de todo regalará unas cuantas escenas extrañas y delirantes que se tardarán en olvidar.

En forma de thriller futurista (aunque este no esté tan lejano como nos gustaría) se nos cuenta la historia de una clínica que comercializa las enfermedades que padecen los famosos, las cuales son inoculadas en fervientes fans consumidores que sólo albergan estar unidos a sus idolatrados personajes (aunque sea a través de la enfermedad). En una sociedad a la deriva, varias organizaciones tratan de hacerse con el control y comercialización de los “virus de los famosos”, situándose el personaje principal, Syd March, en mitad de una intriga kafkiana por controlar dicho mercado. Esta inquietante y genial premisa sirve para (intentar) realizar una metáfora de la descomposición de la sociedad y la alienación de las personas, y digo intento porque desgraciadamente Cronenberg hijo aún no está lo suficientemente baqueteado para abarcar de forma satisfactoria todas las cuestiones y enigmas que plantea. Si bien es cierto que se mantiene el interés por saber cómo finalizará la función, la amalgama de subtramas resulta demasiado enmarañada (y en ocasiones ininteligible) para que enganche de forma satisfactoria.

Donde sale más airoso el joven Cronenberg es en la realización. Se nota en cada plano, secuencia y escena que ha mamando muchas horas del mejor y más bizarro cine de su progenitor, sobre todo de sus primeras obras. A pesar de ser un producto de bajo presupuesto, la ambientación minimalista, fría y aséptica que destila el film, mostrada por una fotografía donde destacan lumínicos e impolutos blancos y matizada en algunos pasajes por una inquietante partitura de E. C. Woodley, transmiten muy bien la sensación de vacío existencial y paranoia social del mundo futuro que nos espera. En el apartado interpretativo destaca de forma obvia un omnipresente y enigmático Caleb Landry Jones que da vida a Syd March y un secundario como Malcolm McDowell mucho más contenido que de costumbre pero de gran presencia en la pantalla.

En resumen, un muy digno debut del hijo de uno de los creadores de imágenes más perturbadoras que ha deparado el cine de los últimos 30 años, que promete revalorizar y perpetuar la nueva carne. ¡¡¡Viva la Nueva Carne!!!
Vagabundoespiritual
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