Interesante historia de responsabilidad y neurosis con una pertinente indagación psicológica de sus personajes principales por parte del director Edward Dmytryk, unas plausibles interpretaciones de todo el llamativo elenco (atención a un sublime Van Johnson), y una banda sonora de Max Steiner más propia de un western que de una aventura oceánico-militar como es esta.

La película está basada en la novela homónima de Herman Wouk, dándole Dmytryk mucha importancia a la comparativa y a la competencia respecto a la ejecución de mando, tanto en situaciones límite como en las ocupaciones habituales y cotidianas.

El film posee además la atractiva singularidad de que el mandatario protagonista (magnífico Bogart en un papel ideal para su lucimiento) sufre un desequilibrio mental con posibles consecuencias dañinas tanto para él como para el resto de la tripulación.

Las controversias entre el personaje de Bogey y sus oficiales proporcionan varios momentos de lograda tensión, alcanzando su punto álgido cuando el barco es sacudido por una fiera tormenta, en una memorable secuencia magistralmente rodada.

La sobrante subtrama romántica entre Robert Francis y May Wynn carece absolutamente de interés, constituyendo (junto a una cierta indeterminación en su mensaje) una de las debilidades de este disfrutable drama bélico de ambiente marítimo.

Nota: 7,5