Sólo una noche de Massy Tadjedin, la desnuda realidad de lo que nadie quiere y siempre pasa.
El film es normal tirando a bueno, copia de copias, pero oye, un film siempre es algo bueno cuando te hace pensar de más, ¿no?.
`No sé si esto sería lo que es sin lo otro', está frase es digna de reflexión.
`Seguimos así porque no lo continuamos, y es posible que jamás quise que esto cambiara. Todo cambia
pero esto aún no lo ha hecho, al menos para mi.´

Las cosas son lo que son por el significado de otras, los sentimientos dependen de otros y ella depende de ti, pero lo elige a él.
Todos nos hemos sentido un poco Keira Knightley alguna vez, y no es nada nuevo, han pasado un par
de -A- (Guillaume Canet) por nuestras vidas pero siempre la elección final acaba siendo él por encima de todo; que poco honrado pero qué decente.

Siempre hay alguien así, ¿verdad? alguien que te hace dudar; el verbo dudar en el amor, que trágico y que excitante a veces. Sin embargo, dudar es congénito, innato y sobre todo sinónimo de meditación personal, Kant hablaba también de obsesión y sí, la dualidad es tortura; pero nos da igual lo que diga Kant porque siempre vamos a acabar comiendo en un restaurante del centro con nuestro marido sin querer preguntar y saber de más.

Sigo en proceso de reflexión, intentado llegar a posicionarme de una vez pero después de esta peli y
de hacerme mayor no creo que pueda conseguirlo. Buscar el verdadero pensamiento sobre la moralidad
del engaño, el amor que nunca podrá ser y el por qué siempre escogemos la pastilla azul en vez de la roja
y ver que nos encontramos ante un vacío sin respuesta correcta, es angustia, pero prefiero seguir pensando en que nunca querré y acabará pasando porque así son las cosas, que dependen de otras, y
no hay forma de evitarlo.