Tony Stark ES Robert Downey Jr. y viceversa. El actor neoyorquino ha conseguido mimetizarse, y de qué manera, con el alter ego de Iron Man. Sencillamente el papel le queda como un guante. Una de dos: o Robert Downey Jr. es tan vacilón, egocéntrico y chulito como Tony o…. bueno, no hay otra opción, TIENE QUE SERLO.

En cuanto a esta tercera entrega, aporta sus dosis de acción, suspense y efectos especiales habituales y en ese sentido nadie se sentirá defraudado. Otra cosa es que la historia sea menos creíble (que ya es decir) que en el caso de las otras dos entregas de la saga.

Eso sí, hay un enfoque curioso del villano de turno. ¿Hay dos, hay uno? Yo desde luego no me esperaba lo que ocurre con El Mandarín. No digo más.

Lo que sí me parece excesivo es el efecto que produce el virus Extremis a aquél que lo porta, porque no es que regenere tejidos como nos venden al principio de la película sino que convierte a los afectados en auténticas máquinas de matar, si bien es cierto que desde esa escena inicial hasta nuestros días han pasado supuestamente 12 años, pero es que es muy exagerado. Que se lo digan a Gwyneth Paltrow.

En definitiva, por encima de la media de las películas de superhéroes, muy bien hecha, espectacular, con los toque de humor habituales del personaje principal y con alguna que otra sorpresa en la historia. Recomendable.