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Voto de Adrián Esbilla:
6
Comedia. Acción. Thriller Ha estallado la guerra en los Balcanes y Trendafil, un desertor de la milicia macedonia, un hombre invadido por el miedo cuya vida está caracterizada por la guerra y las cifras, huye con su mujer y su suegra a Bulgaria. Durante su éxodo, su suegra muere y se encuentra envuelto en la burocracia absurda de los Balcanes. Envuelve entonces el cadáver de su suegra en una alfombra con el fin de traerlo a Macedonia. Pero en el camino de ... [+]
22 de agosto de 2009
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Verbenera, bruta y negrísima comedia macedonia que supone una caricatura hiperbólica atrabiliaria y finalmente tierna de los Balcanes en pleno caos. Parodia sin miramientos y en tono tan grueso como efectivo (aunque no carente de verdad a lo bruto, esa comida bosnio-croata es apoteósica, la estupidez y la crueldad descerebrada cocinada a la brasa y trinchada con las manos) del carácter balcánico con todos y cada uno de sus tópicos más chuscos y obvios (y los de los italianos también, de rebote) envueltos en una narración abiertamente fabulesca y fantasiosa (no en vano es una historieta contada, un chiste lleno de exageraciones e imposibles que encima comienza tal y como Wilder quería abrir “El crepúsculo de los dioses”; en una morgue con los cadáveres de charleta) que implica a un macedonio de alma sensible y nombre floral, un estoico Will E. Coyote de bigotazo resignado y pacifismo fatalista, y a su hortera y pillastre hermano de sangre italiano, un cinéfilo hincha de la Roma que acudirá a su rescate y al de su robada suegra (envuelta en la famosa alfombra) en un periplo de dibujos animados por los atomizados estados de la ex-Yugoslavia. El film usa bastante bien este tono desmadrado e irrealista para dar un repaso sin miramientos al conflicto bélico y sobre todo al detritus mafioso en el que el país devino, un territorio sin ley que realmente no parecía importar a nadie, el imperio de la demencia en el corazón de la Europa moderna. Mitrevski se afana en un trabajo vitaminado y visualmente pasado de rosca, hermanando la agitación “cartoonesca” (una especie de “Javier Fesser goes Macedonia”), la caricatura del tipicismo turístico “a là Kusturica” e incluso el choteo a base de las “action movies” hollywoodienses en un tercio final muy poco convincente. No acaba de ser un film logrado (demasiado precipitado y con una gradación equivocada, a veces, de los recursos cómicos, además de un guión no del todo afinado) pero divierte y muestra no poca lucidez tras su aspecto frívolo y apayasado, demostrando (otra vez) como el humor sirve para mostrar hasta la realidad más puta.
Adrián Esbilla
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