¡Magnífico ejercicio cinematográfico! Esto es cine y esto es arte, es séptimo arte. Yo puedo contarte una historia con palabras, puedo contártela por escrito y ya hay que saber. Pues lo mismo en el cine, contarte la misma historia con imágenes es un arte. No se trata de que los personajes vayan contando lo que han hecho, lo que hacen o harán; son las imágenes las que van contando la historia. Ver a Juliette Binoche, a la que yo reverencio en “El paciente inglés”, “Chocolat” y “Tres colores…”, en el personaje de una clochard, con el pelo sucio y un ojo tapado con un esparadrapo, es un ejercicio de análisis interpretativo. Si yo fuera un profesor de interpretación en una escuela de arte dramático obligaría a mis alumnos a saberse de memoria los personajes interpretados por esta actriz. Sin duda la dirección de Leos Carax es fundamental pero a mi me parece determinante la dirección de fotografía de Jean-Yves Escoffier. La unión y continuidad de una borrachera con vino peleón y unos fuegos artificiales es extraordinaria y si te parece poco continuamos con un vals y ski acuático en una de las escenas, para mi, cumbre del cine. Y por si con lo dicho no es suficiente para incluir esta obra dentro del mejor séptimo arte tenemos la magnífica conjunción de imágenes y sonido en la persecución en el metro que se resuelve en la música y las imágenes del violonchelo. Una gozada de película.