De pequeño me divertía como un enano mientras veía películas de animales que se comían a la gente y la que nos ocupa no era una excepción.
Mi exigencia obviamente no es la misma. Con 10 años esta cinta me parecía estupenda, pero a día de hoy la veo con otros ojos.
En cualquier caso, destaco lo bien que se sigue viendo el enorme reptil. Para ser un producto de serie B, sigo viendo cosas buenas en él. Los actores se lo pasan en grande. Sobre todo, Oliver Platt, que no para de reírse de un Brendan Gleeson que no puede tener más mala suerte. Después está el romance que surge entre Bill Pullman y Bridget Fonda, el cual se ve venir desde el principio.
La cinta es muy corta, algo muy común en el género de bichos asesinos.
El final es innovador por no ser el típico de este tipo de películas.