Esta película nos enseña a su cruel manera que en la vida no todo es de color negro o rosa. También puede ser púrpura. El melodrama que nos ocupa narra una de las historias más poderosas a nivel sentimental que nuestros ojos han visto en una pantalla. La historia se centra en el sufrimiento por el que pasa Celie, una mujer de color maltratada física y psicológicamente por su despreciable marido, con quien la obligaron a juntarse. La película sigue este rumbo prácticamente toda su duración salvo el último rato, que es cuando se produce un cambio radical. El film nos hará más de una vez sentir lástima y desesperación por la protagonista, que con el desarrollo de la trama va variando y pasa de ser una persona sin ninguna autoestima ni confianza a justo lo contrario. Al final vemos cómo se vuelve una mujer totalmente independiente y que tiene todo aquello que necesita sin ayuda de ningún hombre. La película ensalza la figura de la mujer, la cual es abusada y tratada como si de una pertenencia o propiedad del hombre se tratase pareciendo un objeto del padre o marido de turno. Los personajes emiten una energía que se percibe como puro realismo. La realidad está tan bien plasmada que o quieres u odias a los personajes. Los momentos en los que se masca algo gordo gozan de una tensión auténticamente triste y/o dramática. Por eso mismamente el reparto está que se sale. Porque luce tan bien que nos gana al público y nos invita a formar parte de los acontecimientos del metraje. No me quedo con nombres propios sino con todo el elenco de actrices y actores. La banda sonora es hermosa, pues trasmite emociones por un tubo. Señalo que aparte de todo cuanto he nombrado, El color púrpura es una lección sobre la rudeza de la vida. Enseña que nunca hay que dejarse llevar por las dificultades y obstáculos, y a tener siempre alegría y felicidad por muy mal que pintan las cosas ya que siempre pueden mejorar. Una peli muy buena y que desprende aroma a buen cine.