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Austria Austria · Ciudadano del mundo
Voto de I m feeling good:
10
Animación. Drama Un anónimo protagonista mantiene conversaciones con personas distintas que parecen entrar y salir de su vida arbitrariamente. Una frase, "dream is destiny" (el sueño es el destino), expresa la idea básica de la película: atreverse a entrar en el incontrolable mundo de los sueños, tan apasionante como inquietante y oscuro, y permitirse disfrutar al máximo del instante eterno que dura. (FILMAFFINITY)
19 de marzo de 2007
170 de 206 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intuyendo que es posible la metamorfosis de la razón en ilógica; sabiendo que es probable la transformación de la vida sensible en una continua plasmación onírica; asimilando todo eso, cualquier persona se puede enfrentar a Waking life con grandes expectativas de enamorarse del universo de Richard Linklater. Cualquiera de nosotros está capacitado para enredarse, sin escapatoria posible, en esta propuesta conceptual y artística, tan innovadora como estimulante, tan experimental en su morfología, como sorprendente en su genealogía.
Los sueños están pintados en una historia excelente, donde la virtud no está tanto en la verosimilitud dramática, sino, más bien, en la fuerte introspección de todos los personajes.
Rastreando en el ‘Making off’, podemos sacar respuestas a la pregunta de ‘¿por qué los personajes parecen tan creíbles en sus disertaciones?’. La respuesta es muy sencilla, gran parte de los mismos no son actores profesionales, son gente que se encontró Linklater a lo largo de su vida, que, según el director, tenían una forma de pensar interesante, que tenían algo que decir. Para la película se les rescató, creando una atmósfera cultureta impresionante, donde en cada esquina se aprende algo más sobre cómo se debe analizar lo analizable.
Cuando terminas de ver la película no puedes detener la reflexión a la que te arrastra, consideras las cavilaciones de Nietzsche, Kant, Hume y Descartes, como algo básico, como algo a lo que te puedes enfrentar sin mayores dificultades, porque, cuando termina la proyección tienes ganas de pensar y de debatir, de observar investigando. Esto es una proeza del tamaño de la luna de Richard Linklater, este hombre consigue siempre, en sus películas honestas, que el espectador viva las historias que cuenta, que las sienta en sus propias carnes. Cuando vi Antes del amanecer ambicioné enamorarme de una chica en pocas horas, a primera vista, en un tren perdido. Cuando vi Waking life, cada persona no sólo se convirtió en un mundo, algo que ya sabía, sino que se convirtió en una posibilidad utilitarista de aprender algo, de darte otro punto de vista. ¿Sabéis lo mejor de todo?, que el nivel de estímulo es tan alucinante que un mes después de verla aún sigo así, cuestionándome los por qué, los cuándo y los dónde.
Incluso, entre ensoñaciones sin rumbo fijo, descubro en Linklater un genio, más o menos precoz, del cine americano en los últimos años. Porque, entre otras virtudes, ha conseguido que, cuando me subo a un tren, lleve un libro de filosofía en la mano izquierda y que, cuando permanezco sentado en el vagón “x” esperando a mi destino “y”, dude sobre si la chica que se sienta a mi izquierda será la próxima de la que me enamoraré. Aunque Julie Delpy no hay más que una, Linklater te sume en sus historias de forma tan sincera, que tienes la sensación de que te puedes encontrar a la señorita Delpy en cualquier momento, en cualquier lugar.
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