Robert de Niro decide pasarse a la dirección debutando detrás de las cámaras en esta historia de mafiosos italoamericanos, para la que se reserva un papel secundario como un padre de familia que ve como su hijo va acercándose más de lo que le gustaría a los vecinos mafiosos del bar de al lado de casa.

Opera prima dirigiendo una historia de un género algo trillado por aquel entonces que cuenta con varias de las mejores películas de la historia del cine y rodadas en un pasado cercano al de este rodaje. Y de Niro en estas circunstancias pare… pues pare un peliculón. Que resiste muy dignamente la comparación con los grandes clásicos del género. Historia muy bien contada, mostrándonos las dobleces de las personas, como los peores asesinos pueden albergar buenos sentimientos y enseñarnos a ser mejores personas y como incluso los mejores padres pueden verse tentados por un dinero fácil o caer en prejuicios reprochables. Buen guion, buena dirección, buenas actuaciones con un excelente Chazz Palminteri.

Lógicamente después de semejante debut más que notable me interesé por posteriores trabajos de De Niro en la dirección. Desgraciada o afortunadamente parece que no le quedaron muchas ganas de repetir renunciando a seguir la senda de otros actores que pasaron a la dirección con excelentes resultados. Lastima, uno de los mejores actores de la historia del cine solo nos deja vislumbrar aquí destellos de su brillantez como director.