Erase una vez que se era un científico brillante, modesto, trabajador, que tenía una novia a la que adoraba. Pero también tenía un hermano crápula, científico mediocre y con gran éxito entre las chicas. Ya le robó una novia en el pasado y ahora, tras destruir un laboratorio por su torpeza e irle a pedir trabajo a su hermano, le levanta en un plis-plas su novia actual. Un miserable. Pero es que la novia es otra traidora, siendo capaz de manipular la realidad para decirle al pobre protagonista cuando le da la patada que no es por su hermano, sino por él, porque realmente no la quiere ¡Toma, Moreno!, cornudo y apaleado... Así que el pobre hombre, que ya andaba enfermo por los experimentos, sufre un accidente y se transforma en ¡el hombre de la cuarta dimensión!¿Y que hará la feliz pareja de traidores? (ver spoiler)

La película, típico film de mad-doctor con poderes sobrevenidos, al estilo de "El hombre invisible" de H.G.Wells, aunque a diferencia de este último, no parece querer curarse o no tiene tiempo de planteárselo, gracias a la traición de la rata de su hermano. Un film muy parecido a "El hombre con rayos-X en los ojos", donde lo que parece un poder positivo, acaba siendo una maldición. Terror tiene, ya que ese poder conlleva efectos colaterales.

Hay incluso un momento al estilo "niña del lago de Frankenstein", que tanto usó Víctor Erice en "El espíritu de la colmena".

La cuarta dimensión es el tiempo, las otras tres son las físicas, X, Y y Z -ancho, largo y alto- y por eso en los filmes de ciencia ficción se suele hablar de la quinta dimensión en adelante. Aquí, el problema se lo causa el tiempo, al ir a mayor velocidad temporal durante un ratito. De ahí el título.

Capítulo aparte merece la irritante banda sonora, tipo jazz estridente que me recuerda a un episodio de "La hormiga atómica". Hay momentos que no pega ni con cola.

El problema del filme es que tarda en arrancar, dedicándose demasiado tiempo al triángulo amoroso y dejándole poco espacio al estallido del problema. Con todo es un film estimable, en la línea de los mencionados anteriormente, en los que siempre flota una especie de propaganda negativa contra la investigación científica.