"Hillbilly, una elegía rural" resulta ser una película biográfica bienintencionada, con el elenco adecuado, el equipo técnico a la medida y un director quien cuenta con una experiencia irrefutable, sin embargo, quién diría que todo terminara siendo una agridulce decepción de poco trasfondo.
El comienzo del filme parecía marcas las prioridades del mismo: un historia de origen con dificultades alrededor, sobre la fe, la familia y el "sueño americano", abordado desde temas como la oportunidad o las condiciones sociales. Desde esa premisa esto se asemejaba a una "Yo, Tonya" con esa narrativa un tanto sarcástica, que daba paso al drama leve y que hablaba de cómo las personas alrededor de una niña habían moldeado su vida. Pero no, esa idea se desvanece desde el minuto cero.

Entre el conjunto de memorias que representa esta cinta hallamos una narrativa que, en vez de detenerse y comprender a los personajes o sus motivaciones, avanza sin cesar de manera vertiginosa sin que haya un cartel de "pare" que interrumpa la historia. Si hablamos del pasado, estamos hablando de la mejor parte porque, ahí, está Glenn Close, quien da una interpretacional sensacional que le vida a la película; si bien sus apariciones no son muy prolongadas, también son poco omisibles, ya que Close se esfuerza por encarnar a una mujer cansada de la falta de responsabilidad, de atención o de seriedad, sus momentos se fijan en un rol interpretativa lleno de emotividad, frialdad y sensatez mínimamente familiar, ella cree en el valor de la familia y que a ésta se la debe cuidar y mantener unida.
El problema es la que película tiene una constante lucha para enfocarse entre Bonnie, (Gleen Close), y Beverly, (Amy Adams), quien resulta ser el centro desde el cual gira todo el argumento; lástima que esto termina por arruinar parte de la trama.
Por su parte, Amy Adams da una interpretación multifacética e interesante, la cuestión es que más que un personaje humano de sentimientos comprensibles, Beverly se termina pareciendo a un show de exhibición pretencioso y, por momentos, incómodo gracias a una conducta autodestructiva y tumultuosa, adrede. La película no sabe aprovechar a un personaje en situación de vulnerabilidad para apiadarse de él, sino para mostrarlo hasta el cansancio. No es que a Adams le falta entrega, sino que le falta un libreto que no la obligue a gritar todo el tiempo.


*División Pasado-Presente:
Podemos decir que esto desordena la película, porque, si bien en el pasado vemos a Gleen Close brillando, esta parte de la trama culmina con una acabado incompleto, inconcluso, que no parece llegar a decir lo que necesita. Si trata de hablar de la familia, nunca llega a su punto culmine; si trata de hablar de la esperanza de encontrar nuevas oportunidades, esa parte se cuenta en un montaje rápido que dura un santiamén; y si trata de hablar del origen de un chico hacia su adultez, el filme queda fragmentado en mini-trozos de inspiración.

En cuanto al presente, puede parecer que es la parte donde se quería mostrar el porqué de los sentimientos, sensaciones y traumas de los personajes, no obstante, esta trama no habla de sus personajes ni habla de lo que les pasa, sólo parece una justificación para que J.D regrese a casa y veamos qué pasó en su pasado. Se perciben, finalmente, como minutos de metraje que estorban e impiden un desarrollo paulatino.

*Mensaje:
Este largometraje habla sobre la constante lucha por mantener nuestra dignidad, por salir adelante y por valorar nuestra familia, sobre luchar y sobreponerse a nuestras adversidades inmensurables. Lo que falta para que el mensaje acompañe al filme, es una historia sólida y contundente, en vez de un espectáculo interpretativo de calidad frugal.

En definitiva: El resultado es un filme bienintencionado que no puede ocultar el melodrama; las interpretaciones son buenas, pero están mal aprovechadas, son empleadas más para el exhibicionismo morboso que para el entendimiento empático. Howard no termina de ser convincente.

Calificación: 5.2/10