"Goldeneye" representa (antes de la llegada de Daniel Craig y sus películas) todo lo que buscaba en una película Bond al fin mezclado con clase. Pierce Brosnan es una presencia digna de Connery, más aún en esta que cuando más en serio parece tomárselo, y con el humor de Moore en dosis finas. La historia presenta la clase de las películas de los sesenta con el ritmo de los setenta y la oscuridad de finales de los 80 con Dalton. Y no se queda ahí: es el regreso de Bond tras "Licencia para matar" y actualizado a los nuevos tiempos. La conversión resulta un gran éxito que perdura aún a día de hoy. Donde por ejemplo "Goldfinger" tiene más mito que otras más cosas, "Goldeneye" posee esa historia compleja presentada con el dinamismo y la espectacularidad que otras carecían. Si no fuese por una historia de amor que, aún desarrollándose bien, arranca con calzador, tendría las diez estrellas. No obstante, para mí, es la mejor película Bond de su era clásica. Ni qué decir que es de las mejores de la serie al completo.