Un caballero templario francés, pechoño pero de esos pechoños del verbo pechoño y más sanguinario que el propio Stalin vaga por el desierto, ya moribundo es auxiliado por un sarraceno con una dentadura tan perfecta que envidiaría a los mejores odontólogos de nuestra época. Al cabo de un tiempo en medio de tediosas discusiones religiosas, son asaltados y el sarraceno que no es otro que el mismísimo hijo del "Viejo de la Montaña" gran maestre de la secta de los asesinos, queda moribundo, tan muerto en vida como vivo permanece el templario. Van a dar a una tienda levantada a orillas del mar, donde son atendidos por una árabe, ex esclava y viuda con un hijo, ambos hombres, cada uno a su modo la rechazan afectivamente, uno por su pechoñería innata y el otro por la misión que se la ha encomendado.... En resumen una verdadera lata, que más de alguno catalogará como "película histórica".