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Voto de GEORGE TAYLOR:
8
Western. Drama En un pueblecito mexicano tiene lugar un enfrentamiento entre un bondadoso sacerdote (John Mills) y un malvado bandido (Bogarde) que se propone dominar el pueblo. El odio a la Iglesia lleva a éste a cometer todo tipo de abusos y tropelías para conseguir que el nuevo clérigo se vaya. Sin embargo, el cura, con su inmensa paciencia y mansedumbre, acaba por redimir al bandido, que recupera la fe en Dios. (FILMAFFINITY)
17 de octubre de 2010
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas a las que el paso del tiempo sitúa en su debido lugar. Éste es el caso de The Singer not the Song, que en España se exhibió con el tremebundo título de El demonio, la carne y el perdón. Basada en una novela de Audrey Erskine Lindop –creo que no hay edición en castellano, aunque algunos la confunden con una de Bruce Marshall titulada en castellano de manera muy parecida–, el film fue dirigido por Roy Baker antes de su etapa con la Hammer por la cual es más conocido y apreciado. Rodado en 1961 en color y cinemascope, para que así impresionara más, la protagonizaron John Mills en el papel del padre Keogh, Dirk Bogarde en el del malvado bandido Anacleto, y Mylene Demongeot como Locha, la mujer que se interpone entre ambos y que por tanto no merece más calificativo que el de vil y perrrrrrrrrrrrrrrrrrra, por querer estorbar el amor entre el cura y el bandido.
Porque no hemos de engañarnos: esta película tan antigua –como dirían los modernos– es todo un pionero del cine gay y nadie se dio cuenta en su tiempo, cuando se exhibió tan tranquilamente como una historia de "redención" de un malvado bandido por un cura esforzado. Ya, ya… Una revisión de ella por televisión hace pocos años permitió comprobar que su carga gay seguía incólume, de hecho, más potente –y patente– aún que antes porque ahora los que la vimos de niños o jóvenes ya sabemos de qué va la cosa… Arrrrrresulta que el bondadoso padre Keogh llega a un pueblo dominado por el bandido Anacleto –vaya nombre le fueron a poner, por cierto–, que es un hombre malo que los tiene a todos con los huevos por corbata y encima no cree en Dios. Naturalmente, el esforzado padre Keogh decide redimir al malo Anacleto, porque para eso es cura… y además Anacleto "le pone", por decirlo claramente. Y a Anacleto, a su vez, "le pone" el padre Keogh. Anacleto, como he dicho, está interpretado por Dirk Bogarde, actor que era homosexual y que debió de pasarlo muy bien haciendo este papel porque se le nota. También se le notan… otras cosas, gracias a los ceñidísimos pantalones negros de cuero brillantísimo que luce y que le marcan, seamos francos, un paquetón la mar de coqueto. Entre esto y las miradas que le lanza al padre Keogh, entre frías y distantes, es inevitable que el cura sienta despertar su pasión por el bandido Anacleto. Y es que la visión de Dirk Bogarde, moviéndose como un felino, con su sombrero cordobés negro, su ropa toda ella negra, sus guantes negros, los mencionados pantalones un par de tallas menores, el látigo que sostiene en la mano y las posturitas que adopta, despertó sin duda alguna que otra pasión gay entre los espectadores de su tiempo, y provocó sin duda más de una erección entre heterosexuales de toda la vida.
GEORGE TAYLOR
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