Es comúnmente sabido en mi entorno que desde la primera vez que la vi, me enamoré de esta película. Pero, ay, ¿acaso es posible no hacerlo? ¿Acaso es posible no pasar toda la película entre la risa y la sonrisa? ¿Acaso es posible no enamorarte de Cary, de Katharine, de James, de sus personajes? ¿Es posible no dejarse conquistar por el carisma de los protagonistas y la elegancia del guión?

Esta es, para mí, una de esas comedias que ya poca gente sabe hacer. Elegante, distinguida, con protagonistas carismáticos y un guión más que bueno. En definitiva: una obra maestra de formidables interpretaciones (y esto lo repetiré hasta la saciedad) que merece ser reconocida como una de las grandes joyas del cine clásico, y que siempre recomendaré a todo el que esté dispuesto a escucharme.