Pocas veces he escuchado nombres femeninos más bellos como Dalva y Samia. Pero tras ellos hay dos personajes realmente dañados por el mundo que les rodea. Película dura con el toque ebrio del optimismo.

Me gusta el tono crudo en que está rodada, alejada de ese preciosismo de que adolecen muchas películas recientes, donde hasta la suciedad resulta impecable. Aquí hay verdad, destrozo, desapego, inconsciencia, dolor, ira, entendimiento, amistad... todo en mitad de una historia realmente dura y resuelta con sencillez, diría que hasta con valentía.

La recomiendo a quienes cargan un mal que no entienden y para quienes tienen fe en encontrarse en alguna de todas sus máscaras.