Yo creo que Julie Delpy ha dado un paso al frente con esta genuina comedia, mucho menos dramática que “Dos días en París”, donde sí podías sufrir si empatizabas con los personajes, pero aquí, como el padre de Julie, (que es su padre real) todo se toma de una manera distinta: madurez. Madurez como artista, que es lo que es. La sagaz idea de vender el alma, las imágenes oníricas del sueño del novio de Julie, que se convierten en realidad, el erotismo comediante de la hermana de Julie, el humor negro de esta, que demuestra que nos podemos reír de todo sin dañar, pues hasta se ven “niños camellos” y no ofende. Nada ofende y Julie, que sabe muy bien lo que es el cine, crea una película con menos recursos que otros, con cierto toque narcisista (como TODOS los directores del mundo), con Vincent Gallo en una aparición inesperada. El defecto que le pongo es que el final es menos conmovedor que el de “Dos días en París” y que… da lo mismo que en el título aparezca “Nueva York” porque, podría suceder en cualquier otra ciudad, no solo de los EEUU.Igual para 2014 sean dos días en Roma, el caso es que la ciudad da igual porque el crecimiento como artista de Julie sigue su curso, qué bien está envejeciendo, si es que envejecer es esto.