Natalia de Molina hace creíble un personaje difícil y muchas veces representado, aportando su personalidad y frescura como actriz de nueva ola española. Pero no se basta para que la película sea, solamente, aceptable. No es una cuestión de la interpretación del resto del reparto, sino del guión y de su miedo a aportar algo que se salga de la norma o de lo razonablemente creíble. Echamos de menos un giro más brusco, un dilema que sorprenda y que esté a la altura de de Molina, aún así, solo por ella el metraje sucede rápido y mantiene al espectador expectante, de ella, más que de la película.