¿Te ha pasado alguna vez que has vuelto a ver una película que en su tiempo (cuando eras niño o adolescente) la considerabas una obra maestra y ahora te das cuenta que es un rotundo bodrio y te preguntas por qué te fascinaba tanto, concluyendo que tus gustos han cambiado ya que has madurado? No, amigos cinéfilos, cultos lectores, seres humanos en general, no, los engañé. ¿Pensaban que iba a tirar mierda a esta genialidad? Pues se equivocaron.

Es una obra maestra sin discusión. Es tan de puta madre que uno puede verla mil veces y nunca perderá la magia. En el 2004 muchas personas que dejábamos de ser niños y nos convertíamos en adolescentes vimos por primera vez la película de uno de los personajes más carismáticos, divertidos y originales de la televisión: Bob Esponja. En tan corto tiempo se ha convertido en un clásico moderno. Aquel pintoresco personaje es capaz de atraer no solo al público infantil, sino a adolescentes y hasta adultos, gracias a su disparatada comedia que roza lo absurdo y hasta lo políticamente incorrecto.

Si eres un niño es probable que quedes encandilado con la canción del Cacahuate y las escenas surreales que no tienen nada que envidarle al cine japonés. Pero si ya tienes un determinado nivel de conciencia podrás descubrir que en medio de todo, esta colorida locura en medio de su disparatado desarrollo hace referencia a muchos tópicos reales que pueden suceder en la vida real, especialmente en la vida de un adulto.