Lo triste del cine peruano es que no hay variedad, siempre lo mismo, siempre las dos opciones infaltables y aborrecibles: cine independiente sinónimo del maldito terrorismo; mientras que el comercial, comedias groseras, llenas de lisuras y calatas (palabra utilizada en dicho país para referirse a mujeres desnudas). Debo confesar que si hablamos sobre el tema del Terrorismo hay muchas películas demasiado buenas, desde La última Tarde y Av. Larco hasta la Boca del lobo.

Paloma de papel es otra historia, tiene aspectos positivos como un elenco decente –destacándose Sergio Galliani, Melania Urbina y Tatiana Astengo– y una dirección de lujo, posiblemente las mejores tomas cinematográficas sobrepasando al legendario Pancho Lombardi; pero hay otros puntos flojos, como por ejemplo el guion, no logra ser nada sólido, nunca el espectador logra compartir el sentimiento y las emociones del niño protagonista, el impacto es nulo, totalmente indiferente y eso es la peor falla. Es innegable que la película se deja ver y resulta ser hasta interesante, pero es una del montón comparada a la infinidad de películas peruanas sobre el mismo tema.