No me gustan los toros ni el folclore español. Pero me gusta esta película. Es extraño. Narra con fehaciente realidad los usos y costumbres tradicionales de la Andalucía hispalense. Además, tiene retazos de western, mucho más consolidado que el western original americano. España, y su historia, tienen tanta salsa, que los guionistas americanos de la Edad de Oro de Hollywood se habrían puesto las botas. Quién sabe si se inspiraron en lo acontecido en las Cordilleras Béticas entre bandoleros y soldados franchutes y españoles.

Triana, además, merece un capítulo aparte. Sevilla es, en sí sola, una novela, y quizá eso rezuma alegría a quien la visualiza a través de cualquier obra artística.

Es la primera película que veo de Imperio Argentina, con una belleza que me atrae, un arte brujo (aunque poco gitana). Fascinable.

La historia es potente, aunque se podría haber hecho de otra manera. Las variables que se contemplaron en Alemania en el 38 tampoco creo que hicieran posible alardes mayores.

En el cuadro de Joaquín Domínguez Bécquer, de 1855, se puede apreciar cómo no hay tendido en la parte que da a la Giralda y, por ende, a la Catedral. En la recreación que se hace de la Maestranza, se utiliza la plaza terminada, algo que no ocurrió hasta 1879. Teniendo en cuenta que la película está basada en 1835, qué duda cabe que son detalles que empobrecen el desarrollo de la misma.

En resumen, agradable de ver, aunque no es el género de mis ojos.