Realmente no se como estoy perdiendo estos valiosísimos minutos de mi vida para escribir una crítica que tal vez y para colmo a nadie le guste. Bueno, no tengo una mierda que hacer. Es domingo, esta lloviendo, el ciclón le metió tres pepas a los zaparrastrosos de la ribera; en fin, estoy medianamente contento así que no me importa. Odié con mi alma a todos aquellos que llenaron las salas de cine cuando se estrenó esta insólita basura. La vi tiempo después, cuando pasó la fiebre, por la televisión. Casi rompo la tv a las piñas de la bronca, luego me deprimí, por ser el único que no admiraba esta huevada repulsiva y vomitiva. Los actores son pésimos, la música una cagada, el sonido de lo peor, y la historia no le importa a nadie; después de todo, ¿a quién coño le importa quién haya sido tanguito? ¿Quién es, Morrison? Además me hartan este tipo de ídolos (encima mediocres) reventados, faloperos, y tontamente rebeldes. Si lo hubiera visto yo en aquella época le pegaba un castañazo, que lo sentaba de culo al piso, ¡que joder!. Bueno che, ya se me fue el buen humor al diablo al recordar la jeta de torta de Mirás, la siempre impresentable Dopazo y el otro bobalicón de Sbaraglia que me tiene podrido haciéndose el gallego cada vez que pisa Argentina. Lo hace como el cu-lo, así lo hace.