Y es que el Estrella Polar tendría que haberse hundido en el primer episodio, y ahorrarnos la esperanza que teníamos algunos de que remontara y enganchara al ir pasando los capítulos, no será por pocas oportunidades que le haya dado para impresionarme.

La serie aprovechó el tirón de Mario Casas y Blanca Suárez, el guapo y la guapa, y el típico juego de jóvenes con poca ropa en cada episodio para conseguir audiencia, porque creo (y espero) que el hecho de tener 3 o 4 millones de espectadores no sea por el argumento de cada capítulo...

El caso es que la idea que nos vendieron a base de publicidad y más publicidad de la serie pintaba bastante bien y, porque no, tal vez si que era posible que una serie española triunfase de verdad… aunque finalmente no resultó. El argumento de cada episodio es pésimo, centrado más en aspectos típicos de amor y desamor que en la idea principal que nos vendieron, la supervivencia. Vamos, que para ver argumentos centrados en ese aspecto se me ocurren títulos de otras series o películas mucho mejores. Se le intenta dar cierto punto de humor con el personaje de Piti y del cascarrabias de abordo, el Primer Oficial, que puede que saquen alguna risa, pero que muchas veces dan cierta lastima.
Al finalizar cada episodio, te quedas igual que si no lo hubieras visto, no te entran esas ganas irresistibles de ver lo que sucederá en el siguiente capítulo, porque no se crea suspense.

Además, en cada capítulo hay algún fallo o “sin sentido” que te deja descolocado, y lo sucedido es poco creíble.

En lo que se refiere al presupuesto para hacer la serie, no sé de cuanto seria, pero salta a la vista que muy alto no fue:
- Los efectos especiales dan pena, dado los tiempos que corren, y aunque no sean imprescindibles para el éxito de la serie, si que te cortan un poco el rollo y la credibilidad que le puedas dar a ciertos acontecimientos que van sucediendo.
- En cada capítulo aparece publicidad, descarada y evidente además, que parece eso un seguido de anuncios publicitarios más que una serie. La hay de todo tipo: bebidas, alimentos… incluso alguna escena de promoción de películas de estreno de la misma casa.

Quién sabe, a lo mejor gran parte de dicho presupuesto fue destinado a la cuenta de Mario Casas… que esa es otra, el chaval tiene una forma de hablar y de decir las cosas cual Iniesta: Inexpresiva, siempre con el mismo tono y sin darle credibilidad a lo que dice. En él y en el resto de los personajes no se les nota la sensación de miedo, de estar solos en el mundo, de que todo lo que conocían, ya no existe. Es más un barco de cuento feliz y alegre donde todo es diversión y pasarlo bien… que pena.

Una vez más, buena idea, mala realización.