Después de aburrirme soberanamente con Balada triste de trompeta (no tengo en cuenta la soporífera Los crímenes de Oxford porque el guión no era de Álex de la Iglesia), esperaba que el director regresara a lo que mejor sabe hacer: escribir historias originales, gamberras y excesivas. Las brujas de Zugarramurdi supone el regreso de Álex de la Iglesia a su seña de identidad. Una historia sin prejuicios, gamberra, enloquecida y con mucho sentido del humor. He pasado dos horas muy divertidas en las que me han sorprendido muy gratamente las interpretaciones de Hugo Silva y Mario Casas.
Hay algunos elementos que impiden que la película sea redonda: las apariciones de Santiago Segura y Carlos Areces travestidos de brujas acólitas, la historia entre los personajes de Hugo Silva y Carolina Bang y sobre todo la escena final en el teatro lastran una historia que podría haber funcionado perfectamente prescindiendo de tramas superfluas y personajes innecesarios. A pesar de esto, Las brujas de Zugarramurdi es, junto a El día de la bestia, lo mejorcito de Álex de la Iglesia.
Lástima que todas sus películas tengan un tufo misógino que me cuesta digerir...