No puedo más que tener alabanzas para la nueva entrega de la saga de La Guerra de las Galaxias. Impresionante. Sublime. Total. Un espectáculo de principio a fin. Y, ¡oh! Ese final, antológico, quedará grabado en nuestras retinas por muchas décadas, hasta que otra sobresaliente película vuelva a destacar en su final y nos haga olvidar un poquito este.

Vayamos por partes. La interpretación de los actores es descomunal, le ponen pasión, ganas, mucha energía. Incluso Harrison Ford, ya viejuno, lo borda. Me encanta que en esta ocasión sea una mujer, la nueva heroína chatarrera, la que capitalice todo el peso argumental de la película. Aunque repruebo que el malo de turno parezca un friki de esta saga precisamente.

La factura técnica es impecable, los efectos especiales no defraudan en absoluto, el ritmo narrativo es perfecto y la duración es acorde con la trama y sus correspondientes subtramas. Por todo ello, considero que esta nueva entrega de la franquicia ya en poder de Disney merece con rotundidad un bonito sobresaliente. Recomiendo encarecidamente su visionado.