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Voto de antonalva:
3
Ciencia ficción. Fantástico. Aventuras. Acción La malvada Primera Orden se ha vuelto más poderosa y tiene contra las cuerdas a la Resistencia, liderada por la General Leia Organa (Carrie Fisher). El piloto Poe Dameron (Oscar Isaac) encabeza una misión para intentar destruir un acorazado de la Primera Orden. Mientras tanto, la joven Rey (Daisy Ridley) tendrá que definir su futuro y su vocación, y el viejo jedi Luke Skywalker (Mark Hamill) revaluar el significado de su vida. (FILMAFFINITY)  [+]
29 de diciembre de 2017
27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han pasado casi cuarenta años desde que vi la película primigenia, ha pasado mi infancia, he dejado atrás la adolescencia, he ahondado en la edad adulta y he entrado sin remilgos ni aspavientos a peinar canas - o calvas, que tanto da -, he dejado atrás algún amor descarriado hasta compartir mi innegable y recalcitrante madurez con el hombre de mis sueños, he fatigado innumerables horas con tediosas e insufribles filmografías a cuál más sorprendente y audaz, he tocado con la yema de los dedos la cúpula de Tannhäuser y he creído asistir al crepúsculo de los dioses y al vértigo de la reencarnación de entre los muertos, he sucumbido a los Rayos Gamma y he desesperado ante lo que el Viento se llevó... En fin, soy un personaje tan cinematográfico como falaz, sin más criterio que mi soberana e independiente opinión. Al fin y a la postre tengo el inalienable derecho a decidir.

Y no tengo nada que decir sobre este lamentable pastiche infecto perpetrado por una productora deleznable, atenta a crear monigotes de cartón piedra para ser vendidos durante estas Navidades - o cuando sea menester - como si fueran un raro elixir o exquisita ambrosía. Vistosa nulidad travestida de esparto (o de espanto) que pretende ser lo que no es: una película digna de tal nombre. Sin una trama que la habite, sin unos personajes que nos interesen, sin un desenlace que nos sorprenda o inquiete, sin unos antagonistas que nos desvelen, sin nada que ofrecer salvo el menesteroso manto de la incapacidad artística y la oportunidad codiciosa, con la atención puesta en la taquilla y la mirada fija en el expolio de lo añoso y eñejo, como si nos bastara con lo que fue para remendar un grotesco muñeco de Frankenstein que produce más tristeza que nostalgia... Cumplir años para ver cómo trituran hasta fulminarlo el último vestigio de un sueño. Penoso.

El paso del tiempo lo impregna y canibaliza todo. Pero basta un chispazo de somnoliente tedio para que el amaño prenda y se consuma como una primorosa falla, todo esplendor y brillo, pero abocada a ser, para siempre, cenizas... Pero, ¿quién se atreve a ponerle el cascabel al gato muerto?
antonalva
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