Philomena de Stephen Frears, es una comedia dramática basada en hechos reales de una mujer irlandesa que busca a su hijo al que le arrebataron hace casi 50 años. Dirigida con un ritmo lento y paulatino, es íntima y personal por la historia en sí, y tiene toques espléndidos y tiernos en su interior. Pero aunque está realizada de modo competente y correcto, carece del gancho necesario para tener al espectador pegado al asiento.
La fotografía, es bella y hermosa, con algunas imágenes de Irlanda que son alusivas y cuidadas en detalles, por lo que es atractiva e idónea. La música es armoniosa y sutil en su acompañamiento, con algunos sonidos intrigantes y misteriosos que son efectivos para la historia. Y tiene un montaje sensacional que usa el flash-back recordatorio de la protagonista para poner al espectador en situación.
Las actuaciones, son dispares según el protagonista. Ya que por un lado Judi Dench hila una interpretación brillante y sentida, pero Steve Coogan está forzado en un humor no efectivo y bastante apático, siendo buenos los acompañamientos de Charlie Murphy, Simone Lahbib y Anna Maxwell Martin entre otros. Empleando para estos unos vestuarios y caracterizaciones sugerentes a la época recordada por la protagonista, y elegantes y distinguidos en el resto del film, muy apropiados según el personaje.
El guion, es cercano y humano por estar basado en hechos reales, con algunos tintes emotivos y sentimentales aunque sin rozar lo exagerado, pero está argumentado con algunos toques de humor que no son oportunos ni necesarios para el desarrollo de la trama, y hubiera sido más acertado que hubiera sido solo un drama. Empleando para ello, una narrativa académica e intachable, con algo de pesimismo interno. Y destacando unos movimientos de cámara y planos muy personales con el avanti y el retroceso para remarcar las actuaciones, con algunos travellings y rotaciones en un buen trabajo técnico.
Pero concluyendo, la considero una obra que falla en la mezcla del género drama-comedia, ya que ni llega a hacer reír, ni consigue conmover al espectador en ningún momento. Y al finalizar, no te quedas con la sensación de haber visto una gran historia, sino más bien una gran interpretación de Judi Dench, una hermosa fotografía, una sutil música para el acompañamiento, y un efectivo montaje para ponerte en situación, pero poco más se le puede destacar a Philomena, de lo ya mencionado anteriormente.