Adrian Lyne se ha convertido en un especialista en contar historias eróticas. La lujuria y la pasión llevada a los extremos donde el sexo pasa de ser un placer a ser una carga emocional, un juego donde está el jugador y el que se siente utilizado, fuera de cualquier sentimiento emocional, en un ejercicio de psicología erótica.

Una escultural Kim Basinger, en el zenit de su fama como sex symbol, y un atractivo y sonriente Mickey Rourke, ambos con el mínimo talento para triunfar en este mundillo donde muchas veces prima más la belleza que las interpretaciones, forman la pareja que sin duda tiene su química en esta historia sin guión, sólo para elucubrar situaciones que provoquen la seducción en una película que se queda en un mero intento de provocar sensaciones en el espectador, y que al menos tuvo un gran éxito en taquilla y desde luego no pasó inadvertida.

Una banda sonora decente, donde destaca Joe Cocker, y su "You Can Leave Your Hat On" acompañando el original striptease de Kim Basinger, de lo poco destacable además del aroma sexual de toda la cinta.

Interesante, 6.