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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
7
Thriller. Drama Basada en la obra de Brian Burrough "Public Enemies: America's Greatest Crime Wave and the Birth of the FBI, 1933-43". Narra la historia de Melvin Purvis (Christian Bale), el agente del FBI que en los años treinta dirigió la búsqueda del legendario atracador de bancos John Dillinger (Johnny Depp) y su banda. (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2010
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo obsceno, a nivel visual, en esas imágenes que nos retratan el oscuro y turbio mundo de los años 30. De metralla, partos del F.B.I. y mitificación popular de criminales. Sí, es América. Pero no se trata de la estética que conocíamos por parte del cine clásico. Aquí también hay estrellas, se sigue la ruta natural del paradigma tradicional con héroe y antagonista, con mártir y verdugo, con clímax y anticlímax. Ceñida por disparos y pura metralla el impacto del video digital es equiparable a encontrarse un vello púbico en una sopa de venta al público. Algo conceptual permutado por el ‘sinto magia’ del cine clásico. Haneke, en “La cinta blanca”, había llevado un cámara digital de alta definición a un pueblo alemán de 1913 pero embadurnaba de ese blanco y negro como lazo que uniese la digresión temporal del espectador actual.
Peter Watkins en “La commune (Paris, 1871)” llevaba una cámara y unos reporteros desenfocando la historia pero respetaba el blanco y negro como referente.

Hay algo obsceno y turbio en meter una cámara digital en el Chicago de los años 30, en esas imágenes de Michael Mann que comienzan mostrando su edad. 1933. Era de John Dillinger, Alvin Karpis o Babe Face Nelson, del límite de la heroicidad y el delito que arrastraba la cercanía del lejano oeste. Antes no había rock & roll y sus estrellas del rock eran criminales. El director de “Hunter” parece tenerlo claro y nos remite a ello en los primeros compases de la banda sonora y en filmar esos tiroteos dentro de los parámetros del HD con toda precisión y pirotecnia.

Mann enlaza las dos grandes depresiones mediante un nexo digital. Y esa mirada a tiempos pasados que enlazan con modernos supone una trascripción de la realidad: los ladrones de bancos de antaño quedaron aplastados por mafias más lucrativas y menos peligrosas, tanteando con el famoso vacío legal. En cierta medida por mayores robos y ladrones de la actualidad suelen ir de traje y corbata (excepto en el casual-day) y sentarse en cómodos asientos de cuero. ¿Les suena el nombre de Bernard Madoff?
Queda poco lugar para la nostalgia, también cinematográfica. Para esos hombres como ese Sonny Crockett de “Corrupción en Miami” o Neil McCauley de “Heat” que miren a un mañana. El presente fue pasado. El pasado nunca existió y sólo el futuro de otros puede hacer palpables a los mitos. Tal vez sean malos tiempos para lírica pero ahora no hay Dillingers y tal vez su Némesis no hállase nada que le atase al mundo. A un mundo en el que ya no hay ataduras y los delitos son paraísos virtuales.
Por ello hay que ver “Enemigos públicos” con un canto a la lucidez del autor y la belleza fílmica perdida. A esa muerte tan doblemente cinematográfica de un cine pasado y venidero.

«Adiós, adiós pajarillo trigueño»
Maldito Bastardo
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