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Voto de Iñigo Montoya:
7
Intriga. Cine negro Areta, un antiguo policía que trabaja como detective, recibe el encargo de encontrar a la hija de un empresario de Ponferrada. Gracias al novio, averigua que la chica estaba embarazada y huyó de casa. A partir de ese momento, empieza a sufrir todo tipo de presiones para que abandone el caso, pero Areta seguirá investigando hasta el final. (FILMAFFINITY)
26 de agosto de 2011
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El rotulo de inicio del arranque de la película es totalmente definitorio: A Dashiell Hammett. No podía ser mas claro Garci en cuanto a por donde van a ir los tiros. Esta película requiere un poco de esfuerzo y complicidad por parte del espectador. Esfuerzo para imaginar a Alfredo Landa de Bogart ( Un Bogart no de puro y copa de bourbon, sino de “Café, tabaco y bocata de calamares”, como se dice en una escena) para verlo empuñar un revolver casi mas grande que el y resultar creíble, para no imaginar que en cualquier momento va a mandarlo todo al carajo y se va a largar a perseguir suecas, para verlo como tipo duro, lanzar golpes testiculares certeros, esfuerzo para imaginar ese Madrid feo, castizo y misero como podría ser el Chicago de los años 20 o Los Ángeles de los años 30. La apuesta fue arriesgada y podía haber sido fácilmente menospreciada o incluso ridiculizada, pero lo cierto es que Garci sale bastante airoso, y joder, me lo creo. La película se sustenta en buena parte en la memorable interpretación de Landa. Esa melancolía en la mirada, esa manera de fumar, esa ternura que desprende en la relación con la novia y la niña…

Como puntos débiles, la trama, cogida con pinzas, y en la que Garci mete, a veces un poco con calzador, todas las constantes del cine negro americano clásico ( La emisora radiofónica nocturna, los clubs, el combate de boxeo, incluso el apoteósico final en el mismísimo New York) y lo mezcla con esos toques típicamente cañís ( La timba de mus, los bares de carretera inequivocamente españoles con botellas de Soberano y cintas de Los chichos, el futbol) , el tema musical, totalmente obsoleto a día de hoy y metido machacona y constantemente (La película gana en potencia al llegar a Nueva York y cambiar el tema por una adecuada melodía de Jazz), y además en los momentos mas inapropiados, y la pésima interpretación de María Casanova (La niña lo hace mucho mejor).

Se nos muestran muchas tomas de un Madrid gris y deprimente, y Garci no puede esconder su cinefilia más nostálgica con esos planos de las fachadas de los cines Rialto, Ideal, Callao, Capitol. Como escena, me quedaría con la secuencia genial de Areta llegando a su apartamento, coge su copa, se sienta en la cama, se enciende su cigarro y el plano de su foto, con la novia y la hija de esta, y el revolver delante de ellos, magistral plano de una serenidad y sobriedad magnifica, y magistral presentación de los personajes de la novia y la hija. Garci sabe rodar, de eso no ay duda.

No es una obra redonda, pero es una apuesta notable, necesaria, nostálgica, valiente, sincera.
Iñigo Montoya
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