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Voto de Witch King Of Angmar:
10
6.0
180
Thriller. Drama
Historia sobre dos adolescentes que narra como despues del último día de instituto y resignados a llevar una vida monótona trabajando en la fábrica del pueblo, ponen rumbo a Los Ángeles para olvidar penas y pasar un fin de semana inolvidable. Sin embargo, el difícil carácter de los jóvenes convertirá la aventura en un reguero de sangre sin sentido y la violencia se apoderará de ellos... (FILMAFFINITY)
15 de junio de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conocía a Penelope Spheeris por haber dirigido dos comedias de consumo familiar para mí muy divertidas: The Beverly Hillbillies y The Little Rascals. Aunque siendo honestos, todos sabemos que son de aquellas comedias que solo producen dos reacciones: o las odias o la amas (tal y como a la sociedad le gusta, polarizarse). No imaginaba hasta ahora que posee en su filmografía cintas como The Boys Next Door, totalmente alejada de sus comedias más gamberras. Tenemos aquí entonces una cinta de sencilla factura y sin grandes pretensiones con un contenido y trasfondo muy interesante y perturbador: la violencia pura y dura, sin motivo aparente que fácilmente se camufla en una sociedad enferma. Dos chicos que al final de su bachillerato ven como sus vidas pronto pasarán a la monotonía deciden irse de parra y echar desmadre en alta antes de entrar en lo que ellos consideran un encarcelamiento social. Chicos bastante desadaptados socialmente con una gran facilidad para delinquir careciendo de la más mínima empatía hacia sus víctimas. Spheeris recalca muy bien la violencia de los prejuicios de los personajes que rodean a nuestro par de delincuentes, haciéndose notar la bomba lista para estallar de la sociedad enferma de prejuicios, pero que solo aquellos que la detonan son llamados delincuentes, cuando muchos harían lo mismo si tuviesen la oportunidad, algo que magistralmente trató Nolan en su Batman The Dark Knight.
Vemos a un joven Charlie Sheen alejado de sus habituales papeles cómicos, aquí más parecido a su personaje de Platoon, en este caso Bo, un chico ingenuo con gran facilidad de ser absorbido por la vorágine de violencia y que de cuando en cuando la conciencia logra hablarle acerca de sus actos y especialmente los de su amigo Roy, genialmente interpretado por el para mí desconocido Maxwell Cauldfield. Aspectos técnicos correctos y así como de una adecuada dirección que no aburre, contrastando que es el aburrimiento y la desilusión del mundo lo que mueve a estos dos personajes. Un prólogo excelente y muy perturbador que enseguida pone en el canal para el visionado de la cinta. Una película muy dura, pero que vale la pena su visionado.
Vemos a un joven Charlie Sheen alejado de sus habituales papeles cómicos, aquí más parecido a su personaje de Platoon, en este caso Bo, un chico ingenuo con gran facilidad de ser absorbido por la vorágine de violencia y que de cuando en cuando la conciencia logra hablarle acerca de sus actos y especialmente los de su amigo Roy, genialmente interpretado por el para mí desconocido Maxwell Cauldfield. Aspectos técnicos correctos y así como de una adecuada dirección que no aburre, contrastando que es el aburrimiento y la desilusión del mundo lo que mueve a estos dos personajes. Un prólogo excelente y muy perturbador que enseguida pone en el canal para el visionado de la cinta. Una película muy dura, pero que vale la pena su visionado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Detonantes de la sociedad como la avaricia y xenofobia (el iraní de la gasolinera), homofobia (por homosexualidad o bisexualidad inaceptada del protagonista), envidia (la “pareja perfecta” de novios), celos (hacia su amigo por haber encontrado con quien tener sexo) o simple y sencillamente “la vieja que jode a todo mundo” a la que toda la bola de altaneros presentes en la playa le traen unas ganas bárbaras de hacerla callar de alguna manera (pero que nadie se atreve), mostrándose muchas veces que el poco o nulo respeto hacia los demás es tolerado siempre y cuando no pase “ciertos límites”, como si la violencia a dosis bajas pero continuas no hiciera daño. Y luego la sociedad hipócrita se sorprende con las balaceras en colegios o los asesinos seriales. Es de risa ver por ejemplo la xenofobia del “testigo” del ataque al iraní implicando negros y mexicanos, o la homofobia recalcitrante del detective que tiene que hacerse cargo de investigar el caso del “marica lame-culos muerto”. O simple y sencillamente el trato de la “gente bien” hacia los demás. Cuestiones que están profundamente enraizadas en la sociedad y que la enferman.