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España España · Oviedo
Voto de Gould:
8
Drama. Romance Desoyendo los consejos de su familia y amigos, Clara Wieck, una prometedora pianista, decide casarse con Robert Schumann, un compositor con muy poco futuro. Tras su matrimonio, Clara deja su carrera como concertista de piano para dedicarse en cuerpo y alma a su marido y a los sietes hijos que ha tenido con él. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bonito biopic sobre la vida de Clara Wieck, más conocida como Clara Schumann, una de las grandes concertistas del siglo XIX y esposa del compositor alemán Robert Schumann. Para lo que suelen ser estas edulcoradas adaptaciones hollywoodienses de la vida de grandes artistas y músicos -y pese a que está llena de libertades y algunas licencias imperdonables- el director norteamericano Clarence Brown mantiene con mirada sensible el interés del espectador, sea o no aficionado a la música clásica.

La película se inicia con una larga secuencia de un concierto en Dresde en 1839 cuando Robert y Clara desean casarse pese a la oposición del padre de Clara. Diez años después de su boda, ya en Leipzig y con 7 hijos, la vida de Clara se dedica al sacrificado cuidado familiar, mientras Robert trata de obtener éxito y reconocimiento. Es el momento de la llegada de Johannes Brahms para estudiar con Robert.

La película es evidentemente simplificadora, pero sería un error verla como un documental: los retratos de Brahms y del propio Schumann son bastante reductores –vana labor hercúlea poder resumir en un par de horas la compleja personalidad de ambos compositores, dos de los más grandes de la historia- del mismo modo que la fugaz visión del ególatra pero generoso Liszt está dibujada con rasgos de caricatura. Tampoco esperamos que nos explique la verdadera causa de la enfermedad mental de Schumann -uno de los efectos de la sífilis contraída en su juerguista juventud- y, sin embargo, a pesar de todo, no deja de ser una atractiva película que conserva algunas de las líneas fundamentales de la vida de Clara, centrada su insobornable amor por su marido Robert, así como el gran afecto –y puede que algo más- por el joven Brahms.

El trío protagonista actúa a un gran nivel: tanto Robert Walker como Paul Henreid –especialmente el primero, uno de los actores más dotados y sensibles de su generación, trágicamente fallecido a los 32 años- dan bien el pego como Brahms y Schumann respectivamente, aunque la labor del león aquí se la lleva Katharine Hepburn en una intensa y matizadísima actuación, sin sus habituales muecas ni gestitos, verdaderamente transida, en su interpretación de Clara Schumann, con una contención y expresividad maravillosas -la escena en el manicomio de Bonn cuando se encuentra con su marido es una de las razones por las que siempre será a pesar de todos sus excesos una de las grandes-.

Hermosa y romántica, con algunos elementos de comedia y sobre todo de melodrama, las interpretaciones al piano de los actores son bastante creibles y suenan de maravilla, no en vano fueron dobladas por el mítico Artur Rubinstein.

"Dos corazones que se hablan sin palabras el uno al otro
Al amor sincero tal cual es
Sin falsas ilusiones ni tempestades
Sin pecados ni resplandor
Sin crujido de sedas ni brillo de joyas
Sólo el amor sin adornos”
Gould
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