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Voto de Archilupo:
7
Drama Khaled y Said son dos jóvenes palestinos, amigos desde la infancia, a los que reclutan para llevar a cabo un atentado suicida en Tel Aviv. Después de una última noche con sus respectivas familias, de las que no les está permitido despedirse, parten hacia la frontera con explosivos pegados al cuerpo. Sin embargo, nada sale como estaba previsto y una serie de contratiempos les obliga a separarse. Entonces tendrán que replantearse su vida ... [+]
24 de marzo de 2009
31 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) La película afronta un tema enormemente difícil, inmerso en atmósfera de odio y destrucción que arrastra en masa a colectividades enteras: se diga lo que se diga, de antemano está expuesto a interpretaciones furibundas. Y lo afronta con voluntad artística, mucho menos sesgada de lo esperable. Sólo por esto ya merece elogio y reconocimiento.

2) Conocemos enseguida a los protagonistas, Said y Khaled, dos mecánicos de un taller de Nablus, precaria población cisjordana, y a Suha (hija de un legendario ‘fedayin’), quien con enfoque dialogante y pacífico viene de Europa a conocer la tremenda realidad de su patria, la vida ínfima de los territorios ocupados, un arrabal entre olivos y cigarras, tres millones de palestinos confinados con sus miradas duras en franjas atestadas.

3) El tono, dramático de por sí, se acentúa cuando un jefe terrorista comunica a los amigos que necesitan mártires y han sido elegidos para una misión en Tel Aviv. Si Alá lo quiere… Alá lo quiere. Sois nuestro orgullo, llenáis al pueblo de honor, partís hacia el cielo…
Los amigos conocen que van a morir en la “tarea”, pero no lo pueden comentar con nadie. Las horas siguientes son de tensión inconcebible, por el esfuerzo de disimular ante los familiares, por el debate interno, las dudas, la angustia, las oscilaciones entre la exaltación febril y el miedo al vacío. En esas horas agónicas se examina si los kamikazes son valientes héroes o mentes simples, fanáticos teledirigidos. Forcejean las actitudes agudamente contrapuestas: la beligerante, que busca el mayor daño posible, y la pacifista, inclinada a confiar en la ONU y a hablar.
¿Por qué hablar? ¿Para que me compadezcas? ¿Para entretener a quienes viven bien? Mejor morir que ser inferiores. La única arma restante contra la ocupación es el propio cuerpo. Al no caer en la inferioridad, el mártir obtiene la victoria frente al imbatible poder militar. Alguien debe sacrificarse.
Pero eso no es sacrificio, es venganza.
Nosotros tenemos el paraíso. Es preferible un paraíso imaginario a seguir viviendo en este infierno.

4) Los argumentos en pro de la inutilidad de la violencia tienen su peso, pero también las oscuras motivaciones personales, la necesidad de purgar manchas familiares, traiciones a la causa, de redimirse uno mismo. Mientras queda margen para abortar el operativo, luchan las posiciones.

5) Esa tensión inhumana, núcleo de la película, se dirige con buen pulso, a pesar de algunos tramos de guión demasiado discursivo, faltos de narratividad, diciendo los personajes textos un tanto largos y forzados. Resalta más porque fotografía y cámara son notables, llenas de fuerza. Con pocos planos describen cómo Nabul es tercer o cuarto mundo, y Tel Aviv, muy primero. Pero las interpretaciones son excelentes, en especial la de Kais Nashef (Said), de cuya mirada y silencio dependen importantes matices del argumento, como en cierto zoom lento y definitivo, adentro de unos estremecedores ojos que lo dicen todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Archilupo
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